Los que me conocen y/o me leen y compraron el Diario Vasco el pasado sábado seguro que se acordaron de mi. Resulta que ese finde ha andado por Donosti, para asistir a un Congreso sobre Disfunción tiroidea y Déficit de yodo, el Catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada Prof. Nicolás Olea. El DV del sábado contiene una entrevista de una página con él que desde el título ("Hay componentes en los plásticos asociados al cáncer y a la esterilidad") hasta la frase final ("Me he pasado a jabones sin parabenos, tiré las sartenes, me llevo la comida en tuppers de cristal, evito el microondas, cocino todo lo que puedo en acero inoxidable y no utilizo botellas de plástico si puedo") es un conjunto de opiniones, en muchos casos puramente personales, que ningún científico con renombre (como el Prof. Olea) debiera permitirse. Sobre todo cuando la entrevista (en la que evidentemente también interviene el tribulete de turno que puede haber sacado las afirmaciones "de contexto") contiene numerosas imprecisiones que, a lo único que llevan, es a que el personal se acojone más de lo que ya está con estas cosas.
Así que como el Diario Vasco no me va a conceder una entrevista para rebatir la suya, lo que podría hacer en virtud de mi similar condición de Catedrático de Universidad y la de veterano estudioso de los plásticos y, además, la experiencia me ha demostrado que escribir una Carta al Director a ese periódico es hacer oposiciones a la censura, no me queda más remedio que recurrir a esta vía que me pertenece para rebatir algunas de las ideas contenidas en la entrevista..
Vayamos con el asunto de las botellas para envasar agua, hoy en día fabricadas en su mayoría con un plástico conocido con la sigla PET (politereftalato de etileno). Sobre una de las afirmaciones resaltadas de la entrevista "no se deben reutilizar la botellas porque liberan tóxicos", ya escribí un largo post hace tiempo, pero para que no lo tengáis que volver a leer voy a resumir lo esencial y ponerlo además al día. La idea es muy antigua en la literatura e internet y básicamente viene a decir que no es bueno reutilizar botellas de agua de plástico porque en su reuso, y consiguiente envejecimiento, podemos provocar que, desde ellas, migren al agua sustancias perjudiciales para la salud. Las más citada (y con motivo) son el antimonio, el formaldehído y el acetaldehído. ¿Por qué hay esas sustancias en las botellas, aunque sea en cantidades muy pequeñas?. El antimonio proviene de restos del catalizador (trióxido de antimonio) empleado en la síntesis del plástico, mientras que los otros dos aldehídos son consecuencia de procesos de degradación que sufre el mismo, al someterlo a las altas temperaturas necesarias para moldearlo en forma de botella. Por tanto están ahí desde que la botella es botella y, nadie lo duda, pueden emigrar al agua, un asunto que los fabricantes conocen bien y que tratan de minimizar con nuevas estrategias.
Pero el antimonio es un elemento que está presente todos los días en nuestras vidas, no tanto por el agua embotellada que podamos beber como por la contaminación ambiental (lo contaba aquí junto con la curiosa historia del antimonio y Mozart). Es fácilmente excretado por nuestro organismo y para llegar a meternos en el cuerpo la cantidad diaria que inhalamos respirando el aire de nuestras ciudades, sería necesario beber mas de mil quinientas botellas diarias de agua conteniendo los niveles de antimonio que normalmente se suelen detectar en ellas. Sobre la segunda de las sustancias, el formaldehído, hay otra entrada, que podeis leer aquí si os place, aunque no tiene que ver específicamente con las botellas de agua. Dado que las conclusiones que pueden extraerse sobre el formaldehído, en lo relativo al consumo de agua embotellada, son de menor relieve que las que voy a exponer a propósito del malvado acetaldehído, nos centraremos en este último.
Las prevenciones sobre el acetaldehído surgen de su relación con el cáncer de boca y vías anexas como la faringe y el esófago. Hoy parece bien probado que ese tipo de problemas se deben, en una gran parte, a la ingestión de bebidas alcohólicas en general y a algunas en particular, como consecuencia de la concentración de acetaldehído inherente a la bebida y al que posteriormente se genera en la propia cavidad bucal por la acción de algunas bacterías sobre el propio alcohol. Algunas bebidas alcohólicas como el calvados contienen concentraciones de acetaldehído del orden de 100-200 ppm, mientras que en otras, como el vodka, es difícil detectarlo. El vino tinto anda por las 10-12 ppm y la cerveza por 5-6. Todo es cuestión de la materia prima (muchas frutas como la manzana del calvados o las uvas de vino ya contienen acetaldehído) y del proceso de elaboración.
Podemos comparar esos datos con los contenidos de acetaldehído en el agua embotellada. Entre ellos, he elegido este artículo de 2012, un exhaustivo trabajo sobre los productos químicos que pueden encontrarse en el agua embotellada en PET. En su Tabla 2, al final del texto, pueden verse las concentraciones medias medidas por diversos autores y que van desde cantidades inferiores a 5 ppb (o µg/L)) hasta algunas que pueden llegar a alcanzar 80 ppb, cientos y miles de veces inferiores, en cualquier caso, a las que se dan cuando nos bebemos una copa de Rioja.
Luego está el asunto de que la reutilización libera tóxicos. Pues ciertamente ha quedado claro que estas sustancias de las que hablamos pueden migrar. Pero la botella que compramos como nueva contiene el antimonio, el formaldehído y el acetaldehido que contiene por su propio proceso de fabricación y, a partir de ahí, el plástico no procrea esas sustancias. Desde luego en el caso del antimonio eso es indiscutible. Así que cada llenado y vaciado implica la salida de una cierta cantidad del mismo y, tras un cierto número de procesos, se acabará el antimonio para siempre. En el caso del formaldehído y el acetaldehído es verdad que pudieran surgir nuevas cantidades como consecuencia de procesos de degradación ulteriores a su fabricación, pero en las condiciones normales de empleo (generalmente las botellas están a temperatura ambiente o, incluso, en un frigorífico), ese proceso es prácticamente inexistente. Así que puestos a buscar "tóxicos" en la reutilización de botellas más vale que busquemos los derivados de una incorrecta limpieza que pudiera llenar nuestras botellas de agentes patógenos.
El artículo arriba mencionado es una buena fuente para contrastar la rotunda afirmación del Prof. Olea de que pueden emplearse hasta 600 sustancias diferentes en la fabricación de las botellas, lo que está en contradicción con una de las conclusiones del trabajo [El PET es es uno de los polímero que menos aditivos lleva]. El trabajo deja claro que, entre los aditivos que en él pueden encontrarse, no están disruptores hormonales como los ftalatos y el bisfenol A, sobre los que el Prof. Olea ha investigado mucho y bien. Y no se encuentran por la sencilla razón de que no se usan en la fabricación de ese plástico. Y si nuestras potentes herramientas analíticas los detectan a veces en determinadas aguas, no parece ser un problema debido al plástico sino, probablemente, ligado a procesos llevados a cabo en la propia planta de embotellado, como de alguna forma lo demuestra el hecho de que estas sustancias se detecten también en aguas embotelladas en VIDRIO. Otra posibilidad es que estén ya en el agua a embotellar, provenientes de la propia contaminación ambiental, lo que explicaría que trazas de esas conocidas sustancias aparezcan también en el agua de grifo de algunas ciudades.
Sin embargo, estoy de acuerdo con el Prof. Olea en que teniendo agua como la de Donosti es mejor beberla que comprar agua embotellada. Lo que resulta, además, particularmente sano para nuestra economía. Y si no, echen cuentas de lo que les cuesta un litro en el recibo de su compañía del agua y lo que les cuesta una botella. Se quedarán de una pieza. Pero...., yo también podría jugar al alarmismo con el agua de grifo. Bastaría, por ejemplo, con haber escrito en tono catastrofista la entrada sobre trihalometanos que escribí hace un par de semanas. O podría asustar al personal contando las dificultades que tienen las plantas de tratamiento de aguas para eliminar del suministro de agua potable los compuestos con actividad estrogénica. Y no sólo del bisfenol A que tan bien conoce el Prof. Olea, sino de los estrógenos naturales que se van con el pis de las señoras no menopaúsicas o de los estrógenos artificiales, como las píldoras anticonceptivas, que también acaban en las aguas residuales de las grandes ciudades en cantidades detectables (y me podría callar aquí lo de no peligrosas para la salud).
En su más que discutible argumentación contra las botellas de PET (que es un poliéster), la entrevista menciona que, una vez usadas, aquellas se reciclan y el poliéster resultante se emplea, entre otras cosas, para confeccionar prendas de vestir. Y cita un informe de Greenpeace sobre niveles de ftalatos en camisetas de Mickey Mouse que vende Disney. Aunque el informe Greenpeace no lo dice (al menos el que he visto yo) el Prof. Olea debiera conocer que los ftalatos de la camiseta de Mickey provienen de las imágenes embebidas en la camiseta, realizadas a base de un PVC flexible que si lleva ftalatos. Y no del poliéster que como hemos visto no tiene por qué contener ftalatos. Lo malo de desinformaciones como ésta es que la gente acaba pensando que TODOS los plásticos contienen ftalatos. Y nada más lejos de la realidad.
Otro punto importante es el asunto de las sartenes antiadherentes. Cito al Prof. Olea: "También hay componentes perniciosos en las sartenes. Ahora hay algunas que no llevan el denominado PFOA, que es lo que conocemos como teflón o el antiadherente". Literalmente incorrecto. El PFOA no es el plástico conocido como Teflón, material que proporciona a ciertas sartenes ese carácter antiadherente. El Teflón (o politetrafluoretileno) es un polímero o plástico, sumamente resistente al calor, los disolventes y los ácido o álcalis. Por el contrario, el PFOA (o ácido perfluoro octanoico) es una sustancia no polimérica que se emplea para facilitar el revestimiento con Teflón de las sartenes y que luego se elimina mediante un tratamiento con calor. La preocupación por el PFOA se inició al comprobarse que era una sustancia de gran ubicuidad (aparece en forma de trazas en la sangre de muchas personas), muy persistente y que parece inducir ciertos tipos de cánceres en animales. La EPA americana empezó hace años el seguimiento de la contaminación por esa sustancia, principalmente en núcleos de población próximos a las factorías que manejan PFOA en revestimientos y otros usos, ya que en la mayoría de ellas la sustancia se venteaba al aire circundante. Como consecuencia de esas acciones la EPA y los principales fabricantes de PFOA firmaron acuerdos para eliminar la fabricación y uso de esa sustancia antes de 2015. De hecho, desde 2012, la DuPont ya no emplea PFOA en el proceso de formación de los revestimientos de sus sartenes.
Así que el recubrimiento de las sartenes no contiene PFOA porque no se emplea (ni prácticamente lo contenía cuando si se utilizaba). Tampoco se produce durante el calentamiento de la sartén porque el Teflón aguanta muy bien hasta casi los 300ºC, una temperatura que no se alcanza en el utensilio a no ser que se deje descuidada en el fuego durante mucho tiempo. La propia EPA termina su lista de Preguntas frecuentes (FAQs) sobre Teflón y PFOA con una recomendación a la calma (The information that EPA has available does not indicate that the routine use of consumer products poses a concern. At present, there are no steps that EPA recommends that consumers take to reduce exposures to PFOA).
Y si rayamos ese revestimiento con el tenedor o al fregar no ocurre lo que el Prof. Olea dice: "cuando se gastan y se les va el plastiquillo y no sabemos dónde se ha ido, la respuesta es al ADN". Pues nos tendrá que explicar cómo porque el teflón, por aguantar, aguanta sin problemas el pH del ácido clorhídrico del estómago. Como aguanta disoluciones concentradas de ácidos tan corrosivos como el sulfúrico, el perclórico o el fluorhídrico. Así que lo más probable es que el "plastiquillo" en cuestión (me recuerda a lo de los hilillos del Prestige) salga de nuestro body tal y como entró.
Me han sorprendido también sus afirmaciones sobre los plásticos y el microondas. Tras mencionar al policarbonato y su empleo en la fabricación de biberones irrompibles, biberones que han desaparecido del mercado porque ese material se fabrica con el bisfenol A ya varias veces citado aquí, el Prof. Olea dice a continuación sobre el policarbonato lo siguiente: "Es un componente que hace que los plásticos sean más duros, que aguanten el calor y puedan meterse en el microondas". Para luego recomendar fervientemente no usar plásticos (otra vez en general) en los microndas. Si mis lectores interpretan lo mismo que yo, parece deducirse que el policarbonato está en todas las cosas de plástico que se meten en el microondas. Cuando la realidad es que los plásticos que actualmente han pasado los tests de las agencias para poder ser empleados en el microondas (algo que dicen las etiquetas y que os indican los que debéis usar) son materiales como el propio PET o el polipropileno que no contienen ni asomo de policarbonato.
Y aunque podía seguir con algunas cosas más, lo vamos a dejar aquí para que la entrada no sea muy larga. Aunque no debo dejar de decir que lo que más me ha molestado de la entrevista es un cierto tonillo descalificador sobre las decisiones de la EPA, FDA, EFSA, o agencias similares, que trabajan duro para establecer normas seguras para nuestra salud. Llegando a sugerir, incluso, que no toman las decisiones, que el Prof. Olea cree que se debieran tomar, porque hay grupos de presión industriales que influyen en esas decisiones. Algo de eso hay cuando uno estudia la historia de esas agencias pero, si no nos fiamos del trabajo duro y continuo de muchos profesionales en esas agencias, ¿a quién vamos a hacer caso?. ¿A las empresas que, usando este tipo de alarmismos, nos hacen un marketing perverso con productos "verdes", 0% algo o similares?. ¿A los grupos de investigación que, en muchos casos, mantienen su financiación gracias al interés mediático de los posibles daños a la salud de determinadas sustancias químicas?. No me hagais hablar más.
Así que como el Diario Vasco no me va a conceder una entrevista para rebatir la suya, lo que podría hacer en virtud de mi similar condición de Catedrático de Universidad y la de veterano estudioso de los plásticos y, además, la experiencia me ha demostrado que escribir una Carta al Director a ese periódico es hacer oposiciones a la censura, no me queda más remedio que recurrir a esta vía que me pertenece para rebatir algunas de las ideas contenidas en la entrevista..
Vayamos con el asunto de las botellas para envasar agua, hoy en día fabricadas en su mayoría con un plástico conocido con la sigla PET (politereftalato de etileno). Sobre una de las afirmaciones resaltadas de la entrevista "no se deben reutilizar la botellas porque liberan tóxicos", ya escribí un largo post hace tiempo, pero para que no lo tengáis que volver a leer voy a resumir lo esencial y ponerlo además al día. La idea es muy antigua en la literatura e internet y básicamente viene a decir que no es bueno reutilizar botellas de agua de plástico porque en su reuso, y consiguiente envejecimiento, podemos provocar que, desde ellas, migren al agua sustancias perjudiciales para la salud. Las más citada (y con motivo) son el antimonio, el formaldehído y el acetaldehído. ¿Por qué hay esas sustancias en las botellas, aunque sea en cantidades muy pequeñas?. El antimonio proviene de restos del catalizador (trióxido de antimonio) empleado en la síntesis del plástico, mientras que los otros dos aldehídos son consecuencia de procesos de degradación que sufre el mismo, al someterlo a las altas temperaturas necesarias para moldearlo en forma de botella. Por tanto están ahí desde que la botella es botella y, nadie lo duda, pueden emigrar al agua, un asunto que los fabricantes conocen bien y que tratan de minimizar con nuevas estrategias.
Pero el antimonio es un elemento que está presente todos los días en nuestras vidas, no tanto por el agua embotellada que podamos beber como por la contaminación ambiental (lo contaba aquí junto con la curiosa historia del antimonio y Mozart). Es fácilmente excretado por nuestro organismo y para llegar a meternos en el cuerpo la cantidad diaria que inhalamos respirando el aire de nuestras ciudades, sería necesario beber mas de mil quinientas botellas diarias de agua conteniendo los niveles de antimonio que normalmente se suelen detectar en ellas. Sobre la segunda de las sustancias, el formaldehído, hay otra entrada, que podeis leer aquí si os place, aunque no tiene que ver específicamente con las botellas de agua. Dado que las conclusiones que pueden extraerse sobre el formaldehído, en lo relativo al consumo de agua embotellada, son de menor relieve que las que voy a exponer a propósito del malvado acetaldehído, nos centraremos en este último.
Las prevenciones sobre el acetaldehído surgen de su relación con el cáncer de boca y vías anexas como la faringe y el esófago. Hoy parece bien probado que ese tipo de problemas se deben, en una gran parte, a la ingestión de bebidas alcohólicas en general y a algunas en particular, como consecuencia de la concentración de acetaldehído inherente a la bebida y al que posteriormente se genera en la propia cavidad bucal por la acción de algunas bacterías sobre el propio alcohol. Algunas bebidas alcohólicas como el calvados contienen concentraciones de acetaldehído del orden de 100-200 ppm, mientras que en otras, como el vodka, es difícil detectarlo. El vino tinto anda por las 10-12 ppm y la cerveza por 5-6. Todo es cuestión de la materia prima (muchas frutas como la manzana del calvados o las uvas de vino ya contienen acetaldehído) y del proceso de elaboración.
Podemos comparar esos datos con los contenidos de acetaldehído en el agua embotellada. Entre ellos, he elegido este artículo de 2012, un exhaustivo trabajo sobre los productos químicos que pueden encontrarse en el agua embotellada en PET. En su Tabla 2, al final del texto, pueden verse las concentraciones medias medidas por diversos autores y que van desde cantidades inferiores a 5 ppb (o µg/L)) hasta algunas que pueden llegar a alcanzar 80 ppb, cientos y miles de veces inferiores, en cualquier caso, a las que se dan cuando nos bebemos una copa de Rioja.
Luego está el asunto de que la reutilización libera tóxicos. Pues ciertamente ha quedado claro que estas sustancias de las que hablamos pueden migrar. Pero la botella que compramos como nueva contiene el antimonio, el formaldehído y el acetaldehido que contiene por su propio proceso de fabricación y, a partir de ahí, el plástico no procrea esas sustancias. Desde luego en el caso del antimonio eso es indiscutible. Así que cada llenado y vaciado implica la salida de una cierta cantidad del mismo y, tras un cierto número de procesos, se acabará el antimonio para siempre. En el caso del formaldehído y el acetaldehído es verdad que pudieran surgir nuevas cantidades como consecuencia de procesos de degradación ulteriores a su fabricación, pero en las condiciones normales de empleo (generalmente las botellas están a temperatura ambiente o, incluso, en un frigorífico), ese proceso es prácticamente inexistente. Así que puestos a buscar "tóxicos" en la reutilización de botellas más vale que busquemos los derivados de una incorrecta limpieza que pudiera llenar nuestras botellas de agentes patógenos.
El artículo arriba mencionado es una buena fuente para contrastar la rotunda afirmación del Prof. Olea de que pueden emplearse hasta 600 sustancias diferentes en la fabricación de las botellas, lo que está en contradicción con una de las conclusiones del trabajo [El PET es es uno de los polímero que menos aditivos lleva]. El trabajo deja claro que, entre los aditivos que en él pueden encontrarse, no están disruptores hormonales como los ftalatos y el bisfenol A, sobre los que el Prof. Olea ha investigado mucho y bien. Y no se encuentran por la sencilla razón de que no se usan en la fabricación de ese plástico. Y si nuestras potentes herramientas analíticas los detectan a veces en determinadas aguas, no parece ser un problema debido al plástico sino, probablemente, ligado a procesos llevados a cabo en la propia planta de embotellado, como de alguna forma lo demuestra el hecho de que estas sustancias se detecten también en aguas embotelladas en VIDRIO. Otra posibilidad es que estén ya en el agua a embotellar, provenientes de la propia contaminación ambiental, lo que explicaría que trazas de esas conocidas sustancias aparezcan también en el agua de grifo de algunas ciudades.
Sin embargo, estoy de acuerdo con el Prof. Olea en que teniendo agua como la de Donosti es mejor beberla que comprar agua embotellada. Lo que resulta, además, particularmente sano para nuestra economía. Y si no, echen cuentas de lo que les cuesta un litro en el recibo de su compañía del agua y lo que les cuesta una botella. Se quedarán de una pieza. Pero...., yo también podría jugar al alarmismo con el agua de grifo. Bastaría, por ejemplo, con haber escrito en tono catastrofista la entrada sobre trihalometanos que escribí hace un par de semanas. O podría asustar al personal contando las dificultades que tienen las plantas de tratamiento de aguas para eliminar del suministro de agua potable los compuestos con actividad estrogénica. Y no sólo del bisfenol A que tan bien conoce el Prof. Olea, sino de los estrógenos naturales que se van con el pis de las señoras no menopaúsicas o de los estrógenos artificiales, como las píldoras anticonceptivas, que también acaban en las aguas residuales de las grandes ciudades en cantidades detectables (y me podría callar aquí lo de no peligrosas para la salud).
En su más que discutible argumentación contra las botellas de PET (que es un poliéster), la entrevista menciona que, una vez usadas, aquellas se reciclan y el poliéster resultante se emplea, entre otras cosas, para confeccionar prendas de vestir. Y cita un informe de Greenpeace sobre niveles de ftalatos en camisetas de Mickey Mouse que vende Disney. Aunque el informe Greenpeace no lo dice (al menos el que he visto yo) el Prof. Olea debiera conocer que los ftalatos de la camiseta de Mickey provienen de las imágenes embebidas en la camiseta, realizadas a base de un PVC flexible que si lleva ftalatos. Y no del poliéster que como hemos visto no tiene por qué contener ftalatos. Lo malo de desinformaciones como ésta es que la gente acaba pensando que TODOS los plásticos contienen ftalatos. Y nada más lejos de la realidad.
Otro punto importante es el asunto de las sartenes antiadherentes. Cito al Prof. Olea: "También hay componentes perniciosos en las sartenes. Ahora hay algunas que no llevan el denominado PFOA, que es lo que conocemos como teflón o el antiadherente". Literalmente incorrecto. El PFOA no es el plástico conocido como Teflón, material que proporciona a ciertas sartenes ese carácter antiadherente. El Teflón (o politetrafluoretileno) es un polímero o plástico, sumamente resistente al calor, los disolventes y los ácido o álcalis. Por el contrario, el PFOA (o ácido perfluoro octanoico) es una sustancia no polimérica que se emplea para facilitar el revestimiento con Teflón de las sartenes y que luego se elimina mediante un tratamiento con calor. La preocupación por el PFOA se inició al comprobarse que era una sustancia de gran ubicuidad (aparece en forma de trazas en la sangre de muchas personas), muy persistente y que parece inducir ciertos tipos de cánceres en animales. La EPA americana empezó hace años el seguimiento de la contaminación por esa sustancia, principalmente en núcleos de población próximos a las factorías que manejan PFOA en revestimientos y otros usos, ya que en la mayoría de ellas la sustancia se venteaba al aire circundante. Como consecuencia de esas acciones la EPA y los principales fabricantes de PFOA firmaron acuerdos para eliminar la fabricación y uso de esa sustancia antes de 2015. De hecho, desde 2012, la DuPont ya no emplea PFOA en el proceso de formación de los revestimientos de sus sartenes.
Así que el recubrimiento de las sartenes no contiene PFOA porque no se emplea (ni prácticamente lo contenía cuando si se utilizaba). Tampoco se produce durante el calentamiento de la sartén porque el Teflón aguanta muy bien hasta casi los 300ºC, una temperatura que no se alcanza en el utensilio a no ser que se deje descuidada en el fuego durante mucho tiempo. La propia EPA termina su lista de Preguntas frecuentes (FAQs) sobre Teflón y PFOA con una recomendación a la calma (The information that EPA has available does not indicate that the routine use of consumer products poses a concern. At present, there are no steps that EPA recommends that consumers take to reduce exposures to PFOA).
Y si rayamos ese revestimiento con el tenedor o al fregar no ocurre lo que el Prof. Olea dice: "cuando se gastan y se les va el plastiquillo y no sabemos dónde se ha ido, la respuesta es al ADN". Pues nos tendrá que explicar cómo porque el teflón, por aguantar, aguanta sin problemas el pH del ácido clorhídrico del estómago. Como aguanta disoluciones concentradas de ácidos tan corrosivos como el sulfúrico, el perclórico o el fluorhídrico. Así que lo más probable es que el "plastiquillo" en cuestión (me recuerda a lo de los hilillos del Prestige) salga de nuestro body tal y como entró.
Me han sorprendido también sus afirmaciones sobre los plásticos y el microondas. Tras mencionar al policarbonato y su empleo en la fabricación de biberones irrompibles, biberones que han desaparecido del mercado porque ese material se fabrica con el bisfenol A ya varias veces citado aquí, el Prof. Olea dice a continuación sobre el policarbonato lo siguiente: "Es un componente que hace que los plásticos sean más duros, que aguanten el calor y puedan meterse en el microondas". Para luego recomendar fervientemente no usar plásticos (otra vez en general) en los microndas. Si mis lectores interpretan lo mismo que yo, parece deducirse que el policarbonato está en todas las cosas de plástico que se meten en el microondas. Cuando la realidad es que los plásticos que actualmente han pasado los tests de las agencias para poder ser empleados en el microondas (algo que dicen las etiquetas y que os indican los que debéis usar) son materiales como el propio PET o el polipropileno que no contienen ni asomo de policarbonato.
Y aunque podía seguir con algunas cosas más, lo vamos a dejar aquí para que la entrada no sea muy larga. Aunque no debo dejar de decir que lo que más me ha molestado de la entrevista es un cierto tonillo descalificador sobre las decisiones de la EPA, FDA, EFSA, o agencias similares, que trabajan duro para establecer normas seguras para nuestra salud. Llegando a sugerir, incluso, que no toman las decisiones, que el Prof. Olea cree que se debieran tomar, porque hay grupos de presión industriales que influyen en esas decisiones. Algo de eso hay cuando uno estudia la historia de esas agencias pero, si no nos fiamos del trabajo duro y continuo de muchos profesionales en esas agencias, ¿a quién vamos a hacer caso?. ¿A las empresas que, usando este tipo de alarmismos, nos hacen un marketing perverso con productos "verdes", 0% algo o similares?. ¿A los grupos de investigación que, en muchos casos, mantienen su financiación gracias al interés mediático de los posibles daños a la salud de determinadas sustancias químicas?. No me hagais hablar más.
Una vez más, me descubro ante usted querido Búho.
ResponderEliminarSaludos e un murciano que le admira, le respeta..y le quiere.
Jose
Me ha encatado y que uses la palabra tribulete más.
ResponderEliminargracias
Es que yo de niño leía tebeos con el reporter Tribulete. Cosa que los jóvenes no podéis recordar.
ResponderEliminarGracias Jose. Ya sabes que es un amor correspondido.
ResponderEliminar¡Espectacular post!
ResponderEliminarOye Búho, Y ese señor Olea, ¿por qué dice las cosas que dice?¿a quien quiere confundir? Porque se trata de un catedrático! Mira que si yo dijera esas cosas, creo que me perdonarías....jeje...
Me ha gustado mucho cómo aclaras punto por punto , aún cuando una ya sabe que los plásticos han mejorado enormemente , pero...¿sabías que se puede hervir agua en una botella de plástico, puesta sobre las brasas junto a un buen asado? Pues hay gente que lo hace, para tomar mate...
Pues no se de qué será la botella del mate pero ojito. Que muchas de esas botellas de PET se ponen blanditas antes de llegar a los 100º del agua hirviendo. ¿Tú has hecho la prueba?.
ResponderEliminarNo, yo no la he hecho...pero lo he visto en reportajes de televisión varias veces. Afirman que a la botella no le pasa nada, y la usan como guatero los que acampan...Nadie habla de si esa agua toma algún mal sabor...
ResponderEliminarTranquilo, que yo no haría ni la prueba!
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarYanko:
ResponderEliminarCuando leí la entrevista en el DV, ya lo pensé: Mi amigo Yanko ya tiene nuevo post. Te lo pusieron " a huevo".
Quiero comentar que, la censura del DV, es lamentable y, en áreas como la Educación, es clamorosa. Sus filtros partidistas avergüenzan. Cada vez se parece más a una Hoja Parroquial.
Espero que si leen este blog te den una oportunidad de réplica, ¿la aceptarías?
Con este post ya te has ganado las vacaciones. Feliz Navidad y mejor Año Nuevo
He compartido esta entrada en Facebook. Pero no hay peor sordo que el que no quiere ver, que decía uno. En relación con el último comentario sobre los grupos de inestigación que viven del alarmismo, recuerdo una frase de hace unos cuantos años: "Mucha gente hay que ha muerto del aceite de colza, pero son muchos más los que viven de él".
ResponderEliminarCuando una investigación termina diciendo que "hay que seguir investigando por si estos valores, actualmente no peligrosos, muestran una tendencia al alza" significa que piensan seguir viviendo del alarmismo que previamente han creado con valores no peligrosos. Conozco más de un grupo de esos, normalmente muy citados y muy bien cuidados por las autoridades: estas deben saber que si no les subvencionan empezarán a aparecer datos alarmistas en los periódicos. Viceversa, hay políticos que usan los datos ambientales disponibles como arma arrojadiza cuando quieren obtener más concesiones para dejar instalar un servicio público, como ampliación de un aeropuerto o similar.
Excelente entrada. Muy bien explicada, "sin levantar la voz" y sin decir tonterías como "algunos otros"
ResponderEliminarGenial una vez más Yanko!!! Desde que leí la entrevista en el Diario Vasco ansiaba tu respuesta.La pena es que no sea en el mismo medio...
ResponderEliminarHola Yanko,
ResponderEliminarYo, efectivamente, sabía que lo más probable era una entrada tuya en el blog, después de la entrevista en El Diario Vasco (DV) a Nicolás Olea. Estoy totalmente de acuerdo contigo en la respuesta porque ya vi que el tono de la entrevista era totalmente alarmista. Y lo lamenté mucho porque conozco a Nicolás Olea de cuando organizamos aquí la reunión de nuestra Sociedad de Química Analítica (240 asistentes) en 2009. Le invitamos a dar una conferencia sobre el tema "Disruptores endocrinos" y fue realmente el triunfador de la reunión por aclamación popular. Por ello le tengo considerado un científico de primer nivel (tú también lo reconoces así) y, sin embargo, el sábado vi en DV que, a veces, pone su calidad científica al servicio de algunas ideas quimifóbicas pre-establecidas. Una pena.
No obstante y, junto con todo ello, quiero aquí poner una voz un poco alternativa a los comentarios a la entrada del blog. Las personas somos complejas y somos capaces de hacer compatibles grandes cualidades con otras no tan acertadas.
Carlos Ubide
Me ha encantado Yanko!! Enhorabuena
ResponderEliminarMe están machacando en las redes sociales los seguidores y admiradores de este señor, así que necesito que sigas con posts tan magníficos como este, desmontando su alarmismo y sus falacias.
ResponderEliminarChapó, maestro.
Gracias Luis. A ver si en unos 15 días podemos darle un poco con el BPA. Dependemos de lo que diga la EFSA.
ResponderEliminarGuay, BPA, ahora sí que me has puesto los dientes largos...
ResponderEliminar¡Espero impaciente!
Gracias por tu publicación, ya que si bien hay que ser precavido, hoy en día está de moda demonizar el uso de los plásticos (y del microondas) y hay que poner las cosas en su sitio y hablar con datos.
ResponderEliminarQuisiera que me confirmaras si realmente es inocuo ingerir partículas de Teflón desprendidas de los utensilios de cocina, porque yo por precaución hasta ahora los tiraba para evitarlo, dado que aunque no se degraden, podrían igualmente ser bioacumulativos, como sucede con los metales pesados y no eliminarlos sin más como sugieres que sucede.
Sobre el BPA, informe favorable, pero...
http://elpais.com/elpais/2015/01/21/ciencia/1421859031_234361.html
Gracias a ti, David por tus comentarios. Me sorprende lo del teflón. Parece que tuvieras sartenes que pierden el revestimiento como si de lepra se tratara. A mi no me ha pasado nunca eso y cocino con ellas todos los días. Se observa, eso si, que se van rayando pero, al menos en mi caso, es un proceso largo y casi imperceptible en el día a día. Y sigo opinando que dada la estabilidad del teflón y su alta insolubilidad en casi todo, va a salir según entró en nuestro organismo.
ResponderEliminarEn cuanto al BPA y el artículo de El País, tú mismo. Yo, como criterio general, prefiero confiar en la EFSA. Entre otras cosas porque bastantes criterios de prevención ha tomado antes de dar los valores que da para las dietas consideradas inocuas. Y ya quedó claro en otro post que el Prof. Olea es parte interesada en este tema.
Gracias por tu respuesta, la durabilidad del teflón depende de la calidad de la sartén, las más caras me están aguantando, pero otras más sencillas y con más tiempo, una vez que tienen rayazos se van desprendiendo inexorablemente pequeños fragmentos y prefiero usarlas lo mínimo por precaución. Desde luego es indudable que ha calado la mala prensa, de ahí las sartenes revestidas de cerámica y las que no tienen revestimiento (que sin duda son más duraderas).
ResponderEliminarEn cuanto a las observaciones de Olea, no apoyo su desconfianza en la EFSA, pero me parecen sensatos sus matices de que hay que ver los efectos de un producto combinado con otros que ingerimos también, por las posibles interacciones, y que hay que contar con el efecto acumulativo
Me hicieron una prueba en un utensilio de teflón, hirviendo en el 300 ml aproximadamente de agua y agregando bicarbonato de sodio comparando con un utensilio de acero inoxidable con 7 capas entre aluminio etc, siendo la capa que tiene contacto con el alimento totalmente acero, a este también le agregaron los 300 ml de agua, la hirvieron en el y le agregaron el bicarbonato. Después de hervir en ambas 5 minutos pusieron el agua en vasos de vidrio. Si había cambios en el color, lo que mas me sorprendió fue al probar el sabor de ambas aguas, primero probé el de la olla de acero, el cual sabia a bicarbonato y después el de teflón, y supo a teflón. Si es falso que se libere el teflón como me explicas que supiera tan distinto. Si alguien ha realizado esta prueba que me aclare si es prueba contundente para saber que si se libere el material. Si pueden hacer la prueba y decirme si me equivoco. Ahora que leí esto me ha entrado la duda, si es real lo que dicen aquí o lo que yo probe
ResponderEliminarDos preguntas: ¿para qué el bicarbonato?. Y ¿cómo sabes a qué sabe el teflón?.
ResponderEliminarLo que si te puedo asegurar e incluso demostrar experimentalmente con un preciso aparato de laboratorio que se llama Análisis Termogravimétrico que al teflon a 100 grados durante 5 minutos ( y muchísimos más) no le pasa nada.
La explicación que me dio mi amigo sobre el bicarbonato era por ser una sustancia que fácil mente puede absorber las sustancias que se liberan del utensilio. Lo del sabor del teflón es por el sabor distinto que tenia el agua con teflón, lo correcto sería que es el sabor que tenia el agua del utensilio de teflón. Creo que lo que has puesto es real, mi pregunta es si puedes hacer esa prueba tu personalmente y si el teflón no se libera en teoría no debería cambiar el sabor o si? Mas que nada pido que lo hagas porque yo vi diferencia y lo he vuelto a hacer y sigue el mismo resultado. Muchas gracias
ResponderEliminarPues si el bicarbonato lo absorbiera, como dice tu amigo, lo que pudiera desprenderse del utensilio de telón no estaría en el agua caliente. En cualquier caso, la experimentación científica exige que se detallen bien las condiciones del experimentos. Así que necesitaríamos para reproducir el vuestro:
ResponderEliminarMarca y modelo de la sartén. Nueva o usada?.
Tipo de utensilio, marca y modelo del de Teflon. Nuevo o usado?.
Cantidad de bicarbonato empleada en los 300 mL de agua
Y a partir de ahí podría considerar la realización del experimento. Aunque el agua con bicarbonato no ha sido nunca una de mis bebidas favoritas.
Necesitas dos utensilios uno de teflón y uno de acero inoxidable 18/10 (de preferencia marca iCook del fabricante Amway). A cada uno le agregas 300 ml de agua y una cucharada de bicarbonato de sodio. Haces que hierva el agua 3 minutos. Después lo viertes en dos vasos de vidrio trasparente, observas las características del color. Con una cuchara pequeña pruebas el sabor del agua del utensilio de acero, y en segundo lugar el agua del utensilio de teflón. Pueden esta usados los utensilios o nuevos, siempre y cuando estén limpios antes de usarlos. ¿Estas dispuesto a realizarlo?
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ResponderEliminarSiento contestarte tarde Anónimo. Pero he andado muy liado. Entiendo que el utensilio de acero inoxidable es una sartén, ¿o no?. Ya tengo el modelo y marca. El de telón, ¿qué es?, ¿una sartén con recubrimiento de teflón o esas espumaderas y similares que se usan en cocina. Y, por favor, dime también la marca.
ResponderEliminarBúho, los comentarios aparecidos aquí me han hecho recordar haber leído hace tiempo en un National Geographic un experimento de alguien que comió huevos revueltos al desayuno hechos en un sartén de teflón durante varios días, y al hacerse un examen de sangre...le apareció teflón...
ResponderEliminarYo uso siempre mi sartén de teflón para hacer diferentes preparaciones, y no tiene ni una raya porque uso cucharas de madera...jamás corto algo allí, y para lavarlo uso una esponja especial para teflón...es decir, tomo todas las precauciones para mantener impecable el artefacto! aunque no sé si tengo teflón en la sangre...
Teflón es difícil que aparezca en sangre, querida Gabriela. El Teflón es un sólido!!!!!. En todo caso sería PFOA.
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