Llevo unos días un tanto desazonado tras mi reciente charla en una activa y poblada asociación de jubilados de mi ciudad. Es el segundo año que me invitan, me cuidan como un caballo de carreras y tengo la sensación de que, en general, he generado como divulgador más adhesiones que rechazos. Así que, personalmente, no tengo queja alguna. Pero en la charla a la que hago mención se produjo un hecho que, para mi, no es sino el reflejo de que, por mucho que nos empeñemos unos cuantos, vamos a tener serios problemas para dar la vuelta a la marea quimiofóbica imperante.
Mi charla se titulaba "Concentración y toxicidad de productos químicos naturales y sintéticos". Nada que los seguidores de este Blog no conozcan. Desgrané diapositivas sobre la extremada sensibilidad de las técnicas analíticas que usamos los químicos, para llegar a detectar (y cuantificar) cantidades de sustancias químicas que lindan casi lo imposible en la sangre y la orina de los personas, en el aire, en los ríos y mares. Introduje conceptos como la dosis letal al 50% de una sustancia y empleé mucho tiempo en explicar cómo se evalúa la Dosis de Ingesta Admisible (ADI) o cantidad de una sustancia que las Agencias que velan por nuestra salud entienden que podemos ingerir diariamente, a lo largo de toda nuestra vida, sin peligro para la salud.
Puse ejemplos extraídos de este Blog como el caso del glutamato que, considerado como un agente global de exterminio, está sin embargo, de forma natural y en cantidades importantes, en algunos quesos y en la leche materna que los tiernos bebés ingieren desde su nacimiento. Hablé del reciente bluf científico-periodístico de las botellas de agua mineral conteniendo nicotina o la muy reciente revisión de la EFSA del aspartamo. Y usé, para terminar, el caso de otro edulcorante (la Stevia o E-960 en la lista de aditivos alimentarios de la UE) del que no he hablado mucho en este Blog porque otros blogueros a los que considero mis referentes, como es el caso de los Profesores C. Mans o J.M. Mulet, lo hicieron rápida y eficientemente tras la aprobación del mismo en Europa a finales del 2011.
En la charla les expliqué el origen del edulcorante en una planta, la Stevia Rebaudiana, empleada como planta medicinal y como forma de endulzar bebidas y medicinas por el pueblo guaraní y otros desde hace siglos. Mostré fotos de la planta, de las hojas troceadas y de las hojas secas, insistiendo en que mascarlas o añadirlas tal cual a infusiones o preparados podían servir para endulzar los mismos. Así mismo, les mostré productos como esta botellita que podeis comprar en Amazon y que no es sino una infusión de las propias hojas de la planta, similar al líquido que obtenemos al hacer una infusión de café, te o manzanilla. Una gota de la infusión es suficiente para endulzar nuestros brebajes. Expliqué que también se vende Stevia en forma sólida, productos derivados de evaporar el agua de esas infusiones, como el polvo contenido en este bote.
Finalmente expliqué que tanto la FDA americana como la EFSA europea han preferido dar el OK, como aditivo alimentario seguro, a productos que contengan más de un 95% de uno de los componentes presentes en ese extracto sólido del bote. Ese componente es el llamado Rebaudiósido A, una sustancia casi 300 veces más dulce que el azúcar. La razón esgrimida por ambas agencias es que el sólido derivado de una infusión de Stevia contiene otras sustancias, entre los que hay algún alcaloide, sobre las que existen dudas en cuanto a efectos nocivos para la salud, problemas que no se dan en el citado Rebaudiósido A que es reconocido por la FDA como GRAS (Generally Recognize As Safe). Para obtener esa sustancia con alto nivel de pureza a partir del extracto acuoso de la planta, algunas empresas lo hacen por procesos de cristalización que implican el empleo de metanol o etanol. En otros casos se emplean procesos de extracción en columna, seguidos de procesos de purificación por nanofiltración.
Llegado a este punto de mi charla, en el que la pantalla mostraba a mis amigos jubilados las diferentes presentaciones de la Stevia desde la hierba al aditivo E-960, les hice una pregunta directa: ¿Qué término habría que aplicar a la Stevia vendida como E-960 en Europa: natural o artificial?. Y ahí empezaron mis penalidades. La mayoría de los que se atrevieron a contestar (y no fueron pocos) eligieron la opción artificial. Aunque tengo que aclarar que preparado para el fiasco iba. Documentándome para la charla encontré que, en ciertos ambientes proclives al "modo de vida natural", esa es la reacción que está emergiendo, tras un tiempo en el que se consideraba a la Stevia como el sustituto no energético "natural" por excelencia al cada vez más denostado azúcar. En esta página web tenéis un ejemplo de ello. Y la cuestión parece estar en ese procesado al que se somete al extracto seco derivado de la planta para concentrarlo en el componente que las Agencias han aprobado finalmente.
Así que tuve que sacar mis armas más contundentes y con cara de profe molesto al que sus estudiantes no han entendido nada, les expliqué en términos fingidamente airados que, por las mismas razones, un solomillo a la plancha es un producto artificial, en tanto que "procesado" gracias al calor aplicado y a las nuevas moléculas que resultan de las reacciones (de Maillard) que dicho calor provoca y que le confieren colores, sabores y aromas diferentes del solomillo de partida. Alguno pareció recular y algún otro se lo habrá pensando con posterioridad, pero algún día de estos voy a tirar la toalla y decir aquello de "aparta de mí este cáliz".
Mi charla se titulaba "Concentración y toxicidad de productos químicos naturales y sintéticos". Nada que los seguidores de este Blog no conozcan. Desgrané diapositivas sobre la extremada sensibilidad de las técnicas analíticas que usamos los químicos, para llegar a detectar (y cuantificar) cantidades de sustancias químicas que lindan casi lo imposible en la sangre y la orina de los personas, en el aire, en los ríos y mares. Introduje conceptos como la dosis letal al 50% de una sustancia y empleé mucho tiempo en explicar cómo se evalúa la Dosis de Ingesta Admisible (ADI) o cantidad de una sustancia que las Agencias que velan por nuestra salud entienden que podemos ingerir diariamente, a lo largo de toda nuestra vida, sin peligro para la salud.
Puse ejemplos extraídos de este Blog como el caso del glutamato que, considerado como un agente global de exterminio, está sin embargo, de forma natural y en cantidades importantes, en algunos quesos y en la leche materna que los tiernos bebés ingieren desde su nacimiento. Hablé del reciente bluf científico-periodístico de las botellas de agua mineral conteniendo nicotina o la muy reciente revisión de la EFSA del aspartamo. Y usé, para terminar, el caso de otro edulcorante (la Stevia o E-960 en la lista de aditivos alimentarios de la UE) del que no he hablado mucho en este Blog porque otros blogueros a los que considero mis referentes, como es el caso de los Profesores C. Mans o J.M. Mulet, lo hicieron rápida y eficientemente tras la aprobación del mismo en Europa a finales del 2011.
En la charla les expliqué el origen del edulcorante en una planta, la Stevia Rebaudiana, empleada como planta medicinal y como forma de endulzar bebidas y medicinas por el pueblo guaraní y otros desde hace siglos. Mostré fotos de la planta, de las hojas troceadas y de las hojas secas, insistiendo en que mascarlas o añadirlas tal cual a infusiones o preparados podían servir para endulzar los mismos. Así mismo, les mostré productos como esta botellita que podeis comprar en Amazon y que no es sino una infusión de las propias hojas de la planta, similar al líquido que obtenemos al hacer una infusión de café, te o manzanilla. Una gota de la infusión es suficiente para endulzar nuestros brebajes. Expliqué que también se vende Stevia en forma sólida, productos derivados de evaporar el agua de esas infusiones, como el polvo contenido en este bote.
Finalmente expliqué que tanto la FDA americana como la EFSA europea han preferido dar el OK, como aditivo alimentario seguro, a productos que contengan más de un 95% de uno de los componentes presentes en ese extracto sólido del bote. Ese componente es el llamado Rebaudiósido A, una sustancia casi 300 veces más dulce que el azúcar. La razón esgrimida por ambas agencias es que el sólido derivado de una infusión de Stevia contiene otras sustancias, entre los que hay algún alcaloide, sobre las que existen dudas en cuanto a efectos nocivos para la salud, problemas que no se dan en el citado Rebaudiósido A que es reconocido por la FDA como GRAS (Generally Recognize As Safe). Para obtener esa sustancia con alto nivel de pureza a partir del extracto acuoso de la planta, algunas empresas lo hacen por procesos de cristalización que implican el empleo de metanol o etanol. En otros casos se emplean procesos de extracción en columna, seguidos de procesos de purificación por nanofiltración.
Llegado a este punto de mi charla, en el que la pantalla mostraba a mis amigos jubilados las diferentes presentaciones de la Stevia desde la hierba al aditivo E-960, les hice una pregunta directa: ¿Qué término habría que aplicar a la Stevia vendida como E-960 en Europa: natural o artificial?. Y ahí empezaron mis penalidades. La mayoría de los que se atrevieron a contestar (y no fueron pocos) eligieron la opción artificial. Aunque tengo que aclarar que preparado para el fiasco iba. Documentándome para la charla encontré que, en ciertos ambientes proclives al "modo de vida natural", esa es la reacción que está emergiendo, tras un tiempo en el que se consideraba a la Stevia como el sustituto no energético "natural" por excelencia al cada vez más denostado azúcar. En esta página web tenéis un ejemplo de ello. Y la cuestión parece estar en ese procesado al que se somete al extracto seco derivado de la planta para concentrarlo en el componente que las Agencias han aprobado finalmente.
Así que tuve que sacar mis armas más contundentes y con cara de profe molesto al que sus estudiantes no han entendido nada, les expliqué en términos fingidamente airados que, por las mismas razones, un solomillo a la plancha es un producto artificial, en tanto que "procesado" gracias al calor aplicado y a las nuevas moléculas que resultan de las reacciones (de Maillard) que dicho calor provoca y que le confieren colores, sabores y aromas diferentes del solomillo de partida. Alguno pareció recular y algún otro se lo habrá pensando con posterioridad, pero algún día de estos voy a tirar la toalla y decir aquello de "aparta de mí este cáliz".
"Y hay empezaron mis penalidades."
ResponderEliminarBúho, te equivocaste porque es "ahí".
jajaja, oye, es que me imagino la frustración luego de explicar y explicar...El problema es que los que no somos químicos, nos espantamos si para purificar una sustancia le metes etanol....uuuuu...es que ya me creo que saldré a toda velocidad, como Shumacher...
Gracias amiga. Corregido.
ResponderEliminarAmigo Yanko, dos cosas
ResponderEliminar.- Creo que te has equivocado el relato de los hechos: los asistentes optaron por "natural" y no por "artificial"
.- Yo también paso por épocas y estados de ánimos similares. Y es que muchas veces no le veo sentido al esfuerzo. Pero si te sirve de consuelo, nos haces pasar unos ratos estupendos a muchos de nosotros.
Saludos
Querido Buho: Yo estuve en esa charla y no salí asustada. De hecho, fuí y compré Estevia, aunque tengo que decirte que sale carísima, por lo menos en las herboristerías. La próxima vez compraré glutamato sódico. Total, para dos o tres sobre que tomo al dia...
ResponderEliminarMe gustaría que hablaras de la "intoxicación" en el organismo humano por el mercurio que emana de las lámparas de bajo consume. Es el ultimo "diagnostico" de una practicante de medicina china en donostia.
Gracias Itzueta por la confianza. En el Blog hay un par de entradas sobre el mercurio y las nuevas bombillas. Si pones "mercurio y bombillas" en el buscador que hay arriba a la izda en la página del Blog y le das a la lupa de buscar te salen unas cuantas. Las dos primeras y, particularmente, la segunda creo que te servirán para ponerte al día.
ResponderEliminarY algo debí explicar mal. El glutamato no es un edulcorante...
ResponderEliminarToda la razón del mundo, apreciado Buho. Tengo una charla titulada "Jamón, sulfúrico y otros productos naturales" para demostrar lo absurdo de la clasificación natural-artificial. Pero no hay manera. Y es que, como dijo no sé quién, lo que se ha asumido en términos emocionales no puede erradicarse mediante razonamientos.
ResponderEliminarBueno, querido Búho, no es para tanto, pasa en las mejores familias. Eso me recuerda una frase de André Gide (1869-1951) que aprendí en el Instituto de Monzón y que se me quedó desde entonces: "Toutes choses sont dites déjà; mais comme personne n'écoute il faut toujours recommencer". Así que eso, a volver a decirlo una y otra vez.
ResponderEliminarNos ha jodido mayo con las flores..., amigo Peter Kant Rhopus. Te agradezco el comentario pero parece que me condenas a lorito repetidor. ¡Vaya día llevo!. Otro amigo me ha dicho hoy por vía privada que el asunto es un problema ontológico, en el sentido de que las creencias tienen un papel muy importante en lo que las personas están dispuestas a aprender. Y me dice que es necesario un proceso didáctico para "desmontar creencias".
ResponderEliminarY yo que creía que era lo que estaba haciendo como divulgador...
Buho,que te quiero...
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarÁnimo, Búho, que a muchos nos inspira este blog, y no sólo por el rigor y la precisión, sino además por el estilo y la honestidad con que abordas cada tema... Justo andaba buscando algo sobre edulcorantes que no son carbohidratos, y esta entrada resultó esclarecedora...Gracias mil! desde Puebla, Méx.
Me gustó leerte, me daré una vuelta por acá más seguido, por esta agradable casualidad.
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