Esa multitud que veis en la foto son, sobre todo, mujeres, haciendo colas interminables delante de uno de los grandes almacenes de San Francisco el día 15 de mayo de 1940, el día en el que la hoy poderosa multinacional DuPont empezó a vender de forma oficial las primeras medias de Nylon, a un precio que rondaba los 1,20 dólares de la época. Sólo en ese día se llegaron a vender cinco millones de pares en todo Estados Unidos, dejando los almacenes de la entonces emergente DuPont exhaustos. Y a sus directivos frotándose las manos de gusto. Aunque para algunos de ellos, como su Vicepresidente, el Dr. Charles M. A. Stine, el triunfo comercial tenía un sabor agridulce. Wallace Carothers, el químico que lideró el descubrimiento de estos nuevos materiales había preferido dejar este mundo tres años antes, el 29 de abril de 1937, por la vía rápida de un zumo de naranja con cianuro.
Sobre Wallace Carothers versaba una de mis primeras entradas en este Blog, que si queréis podéis leer aquí. Entrada en la que no me extendía mucho sobre el descubrimiento del Nylon 66, la materia prima para confeccionar esas revolucionarias medias. Su utilización en la fabricación de las mismas se interrumpió durante la Segunda Guerra Mundial, para emplearla en la confección de telas y cordajes de paracaídas, tiendas militares de campaña, ropas de todo tipo, mosquiteros, etc. Durante los años de la guerra se llegaron a producir hasta 15.000 toneladas/año de ese nuevo material. Trás la guerra, se buscaron nuevos usos y para 1949 la producción ya alcanzaba las 25.000 toneladas.
La producción de este tipo de materiales fue la clásica búsqueda por prueba y error. Como se explicaba en la entrada arriba mencionada, Carothers abrazó pronto la idea de que la Química podría ser capaz de generar moléculas largas (polímeros) mediante reacciones bien conocidas en la época. Por ejemplo, haciendo reaccionar diácidos con dialcoholes (dioles) se pueden obtener polímeros que conocemos como poliésteres. Haciendo reaccionar diácidos con diaminas se generan poliamidas. En estas cosas anduvieron entretenidos Carothers y sus huestes desde el inicio de la década de los treinta del siglo pasado.
Pronto se dieron cuenta de que si daban en el clavo iban a poder competir con la seda natural y con la entonces llamada "seda artificial" o rayón. Despues de diversas pruebas con poliésteres, que no les convencieron o que abandonaron quizás con excesiva celeridad (algún día contaré el inexplicable abandono de Carothers de la línea que le hubiera llevado a producir el actual PET de las fibras tipo Tergal o Terylene o de las botellas de agua y CocaCola), entre el 28 de febrero y el 1 de marzo de 1935 Carothers y su colaborador Berchet dieron en el clavo haciendo polimerizar hexametilen diamina con ácido adípico, obteniendo lo que llamaron Poliamida 66. Esa terminología venía siendo la usual en todos los poliésteres y poliamidas que la gente de DuPont ensayó en aquella época. Los dos números provienen de que la hexametilen diamina tiene 6 carbonos en su estructura y el ácido adípico otros 6. En poliésteres, el primer número hacía referencia a los carbonos del diol y el segundo a los del ácido. La poliamida 66 enseguida resultó interesante a los ejecutivos de DuPont. Los monómeros eran accesibles y baratos y el polímero era un sólido que fundía a 253 °C, hilaba bien y, a pesar de las altas temperaturas de procesado para obtener esas fibras (casi 300 °C), no se degradaba térmicamente.
Llevar ese descubrimiento de laboratorio a una planta industrial, obtener así el polímero en grandes cantidades y ponerse a comercializar medias llevó su tiempo, que desgraciadamente fue suficiente para que Carothers profundizara en su estado depresivo y acabara en la fatal decisión de suicidarse. Y aunque el marketing de los cuarenta no era lo que es ahora, la cuestion del nombre comercial de la poliamida 66, de cara a su puesta en el mercado, parece que no fue una cuestión baladí. Según la historia oficial de la empresa, el proceso comenzó con el nombre de Duparooh, que venía de las iniciales de la frase "DuPont ulls a rabbit out of the hat" (DuPont se ha sacado un conejo de la chistera). Una cosa divertida, propia de yankis, pero la cosa no prosperó. Se propusieron nombres como Novasilk y Synthesilk que fueron rápidamente desdeñados porque, desde la Dirección, se quería dar la sensación de un nuevo material y no una seda "nueva" o "sintética". En relación con el hecho de que las nuevas medias no generaban "carreras" como las tradicionales de seda natural, se usaron nombres como Norun y Nuron, que no gustaron porque pronunciados en el inglés americano o el inglés europeo se podían dar equívocos. Se propuso entonces cambiar la erre de Nuron por una ele (Nulon) pero, de nuevo, el sonido de la u en diferentes sitios y el hecho de que el término New Nulon pudiera resultar cacofónico, condujo a que se considerara el término Nilon, también problemático por el diferente sonido de la i en diferentes ámbitos de habla inglesa. Al final la i latina se cambió por una i griega (y), con lo que se resolvieron los conflictos lingüisticos. Había nacido el término Nylon y la poliamida de las medias resultó bautizada como Nylon 66.
Pero, como decía, esa es la versión oficial. Dicen las malas lenguas que Nylon oculta en sus letras la creciente animadversión de los americanos de la época por el imperio japonés, tirria sazonada con el hecho de ser Japón el que controlaba el mercado de la seda natural. Así que hay quien dice que las letras de Nylon son las iniciales de la frase "Now You Lose Old Nippon", algo así como "Ahora el que pierdes eres tú, viejo Japón". La cosa debió ir lejos porque, en 1941, un periódico japonés publicó un esquemático pero contundente comunicado de DuPont desmintiendo tal origen, desmentido que sigue vigente en la página web de la empresa. Pero cuando el río suena...
Sobre Wallace Carothers versaba una de mis primeras entradas en este Blog, que si queréis podéis leer aquí. Entrada en la que no me extendía mucho sobre el descubrimiento del Nylon 66, la materia prima para confeccionar esas revolucionarias medias. Su utilización en la fabricación de las mismas se interrumpió durante la Segunda Guerra Mundial, para emplearla en la confección de telas y cordajes de paracaídas, tiendas militares de campaña, ropas de todo tipo, mosquiteros, etc. Durante los años de la guerra se llegaron a producir hasta 15.000 toneladas/año de ese nuevo material. Trás la guerra, se buscaron nuevos usos y para 1949 la producción ya alcanzaba las 25.000 toneladas.
La producción de este tipo de materiales fue la clásica búsqueda por prueba y error. Como se explicaba en la entrada arriba mencionada, Carothers abrazó pronto la idea de que la Química podría ser capaz de generar moléculas largas (polímeros) mediante reacciones bien conocidas en la época. Por ejemplo, haciendo reaccionar diácidos con dialcoholes (dioles) se pueden obtener polímeros que conocemos como poliésteres. Haciendo reaccionar diácidos con diaminas se generan poliamidas. En estas cosas anduvieron entretenidos Carothers y sus huestes desde el inicio de la década de los treinta del siglo pasado.
Pronto se dieron cuenta de que si daban en el clavo iban a poder competir con la seda natural y con la entonces llamada "seda artificial" o rayón. Despues de diversas pruebas con poliésteres, que no les convencieron o que abandonaron quizás con excesiva celeridad (algún día contaré el inexplicable abandono de Carothers de la línea que le hubiera llevado a producir el actual PET de las fibras tipo Tergal o Terylene o de las botellas de agua y CocaCola), entre el 28 de febrero y el 1 de marzo de 1935 Carothers y su colaborador Berchet dieron en el clavo haciendo polimerizar hexametilen diamina con ácido adípico, obteniendo lo que llamaron Poliamida 66. Esa terminología venía siendo la usual en todos los poliésteres y poliamidas que la gente de DuPont ensayó en aquella época. Los dos números provienen de que la hexametilen diamina tiene 6 carbonos en su estructura y el ácido adípico otros 6. En poliésteres, el primer número hacía referencia a los carbonos del diol y el segundo a los del ácido. La poliamida 66 enseguida resultó interesante a los ejecutivos de DuPont. Los monómeros eran accesibles y baratos y el polímero era un sólido que fundía a 253 °C, hilaba bien y, a pesar de las altas temperaturas de procesado para obtener esas fibras (casi 300 °C), no se degradaba térmicamente.
Llevar ese descubrimiento de laboratorio a una planta industrial, obtener así el polímero en grandes cantidades y ponerse a comercializar medias llevó su tiempo, que desgraciadamente fue suficiente para que Carothers profundizara en su estado depresivo y acabara en la fatal decisión de suicidarse. Y aunque el marketing de los cuarenta no era lo que es ahora, la cuestion del nombre comercial de la poliamida 66, de cara a su puesta en el mercado, parece que no fue una cuestión baladí. Según la historia oficial de la empresa, el proceso comenzó con el nombre de Duparooh, que venía de las iniciales de la frase "DuPont ulls a rabbit out of the hat" (DuPont se ha sacado un conejo de la chistera). Una cosa divertida, propia de yankis, pero la cosa no prosperó. Se propusieron nombres como Novasilk y Synthesilk que fueron rápidamente desdeñados porque, desde la Dirección, se quería dar la sensación de un nuevo material y no una seda "nueva" o "sintética". En relación con el hecho de que las nuevas medias no generaban "carreras" como las tradicionales de seda natural, se usaron nombres como Norun y Nuron, que no gustaron porque pronunciados en el inglés americano o el inglés europeo se podían dar equívocos. Se propuso entonces cambiar la erre de Nuron por una ele (Nulon) pero, de nuevo, el sonido de la u en diferentes sitios y el hecho de que el término New Nulon pudiera resultar cacofónico, condujo a que se considerara el término Nilon, también problemático por el diferente sonido de la i en diferentes ámbitos de habla inglesa. Al final la i latina se cambió por una i griega (y), con lo que se resolvieron los conflictos lingüisticos. Había nacido el término Nylon y la poliamida de las medias resultó bautizada como Nylon 66.
Pero, como decía, esa es la versión oficial. Dicen las malas lenguas que Nylon oculta en sus letras la creciente animadversión de los americanos de la época por el imperio japonés, tirria sazonada con el hecho de ser Japón el que controlaba el mercado de la seda natural. Así que hay quien dice que las letras de Nylon son las iniciales de la frase "Now You Lose Old Nippon", algo así como "Ahora el que pierdes eres tú, viejo Japón". La cosa debió ir lejos porque, en 1941, un periódico japonés publicó un esquemático pero contundente comunicado de DuPont desmintiendo tal origen, desmentido que sigue vigente en la página web de la empresa. Pero cuando el río suena...
Excelente artículo, Yanko, as usual...
ResponderEliminarRespecto al Nylon, lo que perdura todavía en el subconsciente colectivo, por decir algo, es que toma su nombre de las iniciales de New York (Ny-) y London (-lon). Ya sabemos que es muy difícil desaprender...
¡Salud!
Me conozco otro acrónimo yanki: Fix It Again, Tom
ResponderEliminarMagnífico artículo, es un gustazo leer tu blog,...Un abrazo
ResponderEliminarEn un examen, hace muchos años, para ser funcionario de la Unión Europea preguntaban el origen de la palabra Nylon y , según ellos, el motivo era Ny ( Nueva York ) Lon (Londres) .
ResponderEliminarDicen las malas lenguas,que los de Dupont,cambiaron la composición para que rompieran antes las medias.
ResponderEliminarEn mi opinión,donde estén las fibras naturales que se quiten las artificiales.
A mí, en Orgánica de 3º me dijeron "Now You (see) Lousy Old Nipons" (Ahora veréis, asquerosos japoneses) porque podrían competir con la seda.
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