El helio es el elemento químico que encabeza la lista de los llamados gases nobles, sustancias químicas tenidas por muy estables o poco reactivas, aunque no es oro todo lo que reluce al respecto. Casi todo el mundo ha oído hablar del helio, aunque sólo sea como "materia prima" para llenar, en ferias y festejos, esos globos que tiende a escaparse hacia el cielo infinito para sorpresa de niños y ancianos. También como gas que puede usarse en ese experimento del que ya hablamos aquí hace algún tiempo, y que consiste en inhalarlo para que a uno se le quede una voz parecida a la del pato Donald (aunque mejor no probar mucho que, de cuando en cuando, alguien casca durante la gracieta).
Pero bajo esa apariencia recreacional, el helio esconde múltiples aplicaciones de carácter más o menos estratégico. Por ejemplo, en 1925, los Estados Unidos pusieron en marcha una Reserva Nacional de Helio, en Amarillo, Tejas, para asegurarse el tenerlo a mano para cosas como los dirigibles (entonces de interés militar) pero que han seguido conservando para su empleo en los cohetes de propulsión de los ingenios espaciales y para cierta industria electrónica necesaria para el ejército americano.
En otros ámbitos que también pueden considerarse estratégicos y desde los años ochenta, el helio es fundamental para que funcionen los equipos de Resonancia Magnética Nuclear (RMN) en sus dos versiones: la que usan los médicos para "desnudarnos" hasta la más estricta intimidad o la que usamos los químicos, una potente herramienta para determinar la estructura de las sustancias químicas, incluso de extremada complejidad y que están siendo cotidianamente generadas en laboratorios de síntesis orgánica, inorgánica o bioquímica. En esa aplicación se necesita helio líquido, una fruslería que está a la friolera de -269 ºC, con todo lo que ello supone. De una y otra versión de Resonancia Magnética se han instalado en el mundo unas 22.000 unidades, que requieren un suministro continuo de helio, so pena de que todo se vaya al guano.
También los químicos, en los aparatos que llamamos cromatógrafos de gases, pasamos un flujo continuo de helio a través del equipo, para arrastrar así las mezclas gaseosas que pretendemos analizar gracias a los equipos mencionados. Hay, en otros ámbitos, usos también muy importantes, como en la industria de los semiconductores, en las estrategias de detectores ultrasensibles de fugas de gases, en el ámbito de la preparación de los botellas de buceo para prevenir determinados accidentes y un largo etcétera.
El helio, que es el segundo elemento más abundante en el universo, es muy raro en la atmósfera de la tierra y se obtiene generalmente del gas natural en el que, en promedio, se encuentra en un 7%, proveniente de ciertos fenómenos de descomposición de algunos elementos radiactivos. Así que son las compañías que producen gas natural, ya sea en Qatar, Argelia, Estados Unidos o Rusia, las que como "subproducto" obtienen el helio. Pero entre que la demanda de helio ha subido y la de gas ha bajado, la cosa se ha puesto fea, los precios se han disparado y algún colega americano se ha quedado con su RMN recién salidita del horno hecha unos zorros, por falta de suministro del fundamental helio.
Dicen algunos que esto se arregla enseguida, gracias a la creciente producción de gas natural proveniente de los pozos de fracking que andan explotando por ahora los yankees y que, en breve plazo, hará algún otro país. Otros no se fían un pelo de esas previsiones y empiezan a pensar en recuperar el helio usado mediante adecuados equipos, impidiendo así que se vaya a las nubes para nunca más volver. Mientras, a algunos, como a una empresa americana que mete las cenizas de los muertos en un globo lleno con helio, para que suba hasta una altura tal que el globo se congele, se rompa y desparrame las cenizas del finado (¡anda que...!), el negocio se ha puesto un poco complicado y hay clientes que han decidido recurrir a algo más corrientito como ventear las cenizas con una manta.
Pero bajo esa apariencia recreacional, el helio esconde múltiples aplicaciones de carácter más o menos estratégico. Por ejemplo, en 1925, los Estados Unidos pusieron en marcha una Reserva Nacional de Helio, en Amarillo, Tejas, para asegurarse el tenerlo a mano para cosas como los dirigibles (entonces de interés militar) pero que han seguido conservando para su empleo en los cohetes de propulsión de los ingenios espaciales y para cierta industria electrónica necesaria para el ejército americano.
En otros ámbitos que también pueden considerarse estratégicos y desde los años ochenta, el helio es fundamental para que funcionen los equipos de Resonancia Magnética Nuclear (RMN) en sus dos versiones: la que usan los médicos para "desnudarnos" hasta la más estricta intimidad o la que usamos los químicos, una potente herramienta para determinar la estructura de las sustancias químicas, incluso de extremada complejidad y que están siendo cotidianamente generadas en laboratorios de síntesis orgánica, inorgánica o bioquímica. En esa aplicación se necesita helio líquido, una fruslería que está a la friolera de -269 ºC, con todo lo que ello supone. De una y otra versión de Resonancia Magnética se han instalado en el mundo unas 22.000 unidades, que requieren un suministro continuo de helio, so pena de que todo se vaya al guano.
También los químicos, en los aparatos que llamamos cromatógrafos de gases, pasamos un flujo continuo de helio a través del equipo, para arrastrar así las mezclas gaseosas que pretendemos analizar gracias a los equipos mencionados. Hay, en otros ámbitos, usos también muy importantes, como en la industria de los semiconductores, en las estrategias de detectores ultrasensibles de fugas de gases, en el ámbito de la preparación de los botellas de buceo para prevenir determinados accidentes y un largo etcétera.
El helio, que es el segundo elemento más abundante en el universo, es muy raro en la atmósfera de la tierra y se obtiene generalmente del gas natural en el que, en promedio, se encuentra en un 7%, proveniente de ciertos fenómenos de descomposición de algunos elementos radiactivos. Así que son las compañías que producen gas natural, ya sea en Qatar, Argelia, Estados Unidos o Rusia, las que como "subproducto" obtienen el helio. Pero entre que la demanda de helio ha subido y la de gas ha bajado, la cosa se ha puesto fea, los precios se han disparado y algún colega americano se ha quedado con su RMN recién salidita del horno hecha unos zorros, por falta de suministro del fundamental helio.
Dicen algunos que esto se arregla enseguida, gracias a la creciente producción de gas natural proveniente de los pozos de fracking que andan explotando por ahora los yankees y que, en breve plazo, hará algún otro país. Otros no se fían un pelo de esas previsiones y empiezan a pensar en recuperar el helio usado mediante adecuados equipos, impidiendo así que se vaya a las nubes para nunca más volver. Mientras, a algunos, como a una empresa americana que mete las cenizas de los muertos en un globo lleno con helio, para que suba hasta una altura tal que el globo se congele, se rompa y desparrame las cenizas del finado (¡anda que...!), el negocio se ha puesto un poco complicado y hay clientes que han decidido recurrir a algo más corrientito como ventear las cenizas con una manta.
Tal como pintas esto, creo que tendrán que hacerse a la idea de recuperar el helio usado...Estamos acostumbrados a desechar , es ya una manía, hasta que la naturaleza nos obliga a reutilizar, reciclar, ¡hasta el agua!
ResponderEliminarY no al fracking!! ¿No crees que esto de sacar gases y petróleo del subsuelo, influye en los terremotos?