Mi preclaro colega Jesús Ugalde me mandó este pasado viernes un link a una página de El País. Como agresivo pero fino militante contra la Quimifobia que nos invade (frontispicio de este Blog), el Asunto de su email contenía únicamente la frase "el flogisto renace!!", dándome ya a entender algo así como: ya tienes otro tema para tu apartado Patrañas. Y es que la ingeniería financiera está llegando a unos extremos que no le importa recurrir a cualquier artimaña con tal de vender más. A la que hace referencia el citado artículo del diario madrileño tiene que ver con ciertas prácticas que se van infiltrando poco a poco en los vinateros españoles y que acaban resultando en lo que se conoce como vinos biodinámicos.
Este asunto es una derivada más de la llamada agricultura biodinámica, cuyo origen se atribuye a un tal Rudolf Steiner quien, en 1924, pronunció una serie de conferencias en las que, tras declararse antropósofo, predicaba sobre todo lo divino y humano que se le ocurriera, incluída la agricultura. La agricultura biodinámica tiene un componente ecológico (con el que uno puede estar más o menos de acuerdo) en todo lo que tiene que ver con la crítica al uso desmesurado de fertilizantes "químicos". Pero tiene también una parte de superchería esotérica no muy lejana del concepto general de las dinamizaciones, con raíces en la alquimia medieval y que tanto papel juega en mi "querida" homeopatía: a las diluciones infinitesimales de sus preparados se les da vueltas en un sentido y en el contrario, creando el truco subliminal (vórtex) por el que las moléculas de agua adquieren (¡y recuerdan hasta la eternidad!) las propiedades de las casi inexistentes moléculas del presunto medicamento en ella disueltas.
Y así, en lo tocante a los vinos biodinámicos, sus productores creen firmemente en que la cata de un vino debe hacerse en ciertos días de la fase lunar, y no en otros, para así conseguir que el morapio "se exprese con todo su esplendor" pues, no en vano, los movimientos de la Luna tienen un papel dinamizador en la volatilidad de determinados compuestos aromáticos. El artículo explica también otras aproximaciones de algunos vinateros españoles a la agricultura biodinámica, con prácticas tan ilustradas como la obtención de un fertilizante "natural", el llamado preparado 500, metiendo estiércol en un cuerno de vaca y enterrándolo durante todo un invierno. La teoría dice que con ese preparado se puede rociar hasta una hectárea de viñedos. Tamaña barbaridad, fácil de desmontar con sólo analizar los principios activos que el cuerno en cuestión contiene, desmonta cualquier otra pretensión de los viticultores biodinámicos.
La biodinámica así concebida no está muy lejos de otro término que ha constituido el origen de unas cuantas discusiones acaloradas que he tenido con Juan M. Arzak. Según él, parte del éxito de los cocineros más estrellados está en la bioenergía que son capaces de suministrar a los alimentos que cocinan. Dicho con sus propias palabras, "unas zanahorias a las que yo haya suministrado la bioenergía que se desprende de una cocina hecha con pasión, no pueden ser iguales a otras que carezcan de ese aporte". Cuando le llevo la contraria y le digo que me explique qué pasa cuando él no está en el Alto de Miracruz sino en Méjico y quién de sus veintitantos cocineros (muchos de ellos en renovación continua) es el depositario de su bioenergía, se agarra uno de sus mosqueos típicos y me llama científico incrédulo y otras lindezas cariñosas.
Menos mal que la cosa no tiene derivaciones peligrosas. Comer en Arzak o beberse un Leroy, uno de los borgoñas más conocidos y con filosofía biodinámica, sigue siendo un placer. Y no hay contradicción con la caña que he dado líneas más arriba al asunto. A fin de cuentas, aunque las técnicas biodinámicas o bioenergéticas que ahí se manejan no sirven para nada, tienen al mismo tiempo la virtud de no estropear nada. Además, los creyentes en estos esoterismos suelen manifestar un cariño y dedicación especial por sus cosas, lo que tiene que acabar redundando en sus productos. Pero eso es trabajo bien hecho en el día a día y no algo debido a la energía del cosmos o a la de los menhires del druida de Astérix y Obélix.
Y, mientras tanto, un consorcio de científicos alemanes y franceses de la Borgoña [Proc. Nat. Acad. Sci.USA, DOI: 10.1073/pnas.0901100106] han usado una técnica conocida como espectrometría de masas de ultra alta resolución, un equipo del que sólo hay 10 unidades en el mundo, para descubrir que, tras diez años en botella, el vino es capaz todavía de expresar en esa técnica los productos químicos característicos de la madera constitutiva de la barrica en la que envejeció antes de ser embotellado. No es sino un intento más de los muchos que se están produciendo en la literatura (otro es el de las "narices artificiales") para ser capaces de configurar una especie de huella dactilar de cientos o miles de compuestos químicos característicos de un determinado vino y su circunstancia (Ortega dixit). Esa huella contiene así información sobre la región, variedad y procesado de un vino específico, dando nuevas posibilidades a la detección de posibles fraudes que, seguro, se están produciendo.
Este asunto es una derivada más de la llamada agricultura biodinámica, cuyo origen se atribuye a un tal Rudolf Steiner quien, en 1924, pronunció una serie de conferencias en las que, tras declararse antropósofo, predicaba sobre todo lo divino y humano que se le ocurriera, incluída la agricultura. La agricultura biodinámica tiene un componente ecológico (con el que uno puede estar más o menos de acuerdo) en todo lo que tiene que ver con la crítica al uso desmesurado de fertilizantes "químicos". Pero tiene también una parte de superchería esotérica no muy lejana del concepto general de las dinamizaciones, con raíces en la alquimia medieval y que tanto papel juega en mi "querida" homeopatía: a las diluciones infinitesimales de sus preparados se les da vueltas en un sentido y en el contrario, creando el truco subliminal (vórtex) por el que las moléculas de agua adquieren (¡y recuerdan hasta la eternidad!) las propiedades de las casi inexistentes moléculas del presunto medicamento en ella disueltas.
Y así, en lo tocante a los vinos biodinámicos, sus productores creen firmemente en que la cata de un vino debe hacerse en ciertos días de la fase lunar, y no en otros, para así conseguir que el morapio "se exprese con todo su esplendor" pues, no en vano, los movimientos de la Luna tienen un papel dinamizador en la volatilidad de determinados compuestos aromáticos. El artículo explica también otras aproximaciones de algunos vinateros españoles a la agricultura biodinámica, con prácticas tan ilustradas como la obtención de un fertilizante "natural", el llamado preparado 500, metiendo estiércol en un cuerno de vaca y enterrándolo durante todo un invierno. La teoría dice que con ese preparado se puede rociar hasta una hectárea de viñedos. Tamaña barbaridad, fácil de desmontar con sólo analizar los principios activos que el cuerno en cuestión contiene, desmonta cualquier otra pretensión de los viticultores biodinámicos.
La biodinámica así concebida no está muy lejos de otro término que ha constituido el origen de unas cuantas discusiones acaloradas que he tenido con Juan M. Arzak. Según él, parte del éxito de los cocineros más estrellados está en la bioenergía que son capaces de suministrar a los alimentos que cocinan. Dicho con sus propias palabras, "unas zanahorias a las que yo haya suministrado la bioenergía que se desprende de una cocina hecha con pasión, no pueden ser iguales a otras que carezcan de ese aporte". Cuando le llevo la contraria y le digo que me explique qué pasa cuando él no está en el Alto de Miracruz sino en Méjico y quién de sus veintitantos cocineros (muchos de ellos en renovación continua) es el depositario de su bioenergía, se agarra uno de sus mosqueos típicos y me llama científico incrédulo y otras lindezas cariñosas.
Menos mal que la cosa no tiene derivaciones peligrosas. Comer en Arzak o beberse un Leroy, uno de los borgoñas más conocidos y con filosofía biodinámica, sigue siendo un placer. Y no hay contradicción con la caña que he dado líneas más arriba al asunto. A fin de cuentas, aunque las técnicas biodinámicas o bioenergéticas que ahí se manejan no sirven para nada, tienen al mismo tiempo la virtud de no estropear nada. Además, los creyentes en estos esoterismos suelen manifestar un cariño y dedicación especial por sus cosas, lo que tiene que acabar redundando en sus productos. Pero eso es trabajo bien hecho en el día a día y no algo debido a la energía del cosmos o a la de los menhires del druida de Astérix y Obélix.
Y, mientras tanto, un consorcio de científicos alemanes y franceses de la Borgoña [Proc. Nat. Acad. Sci.USA, DOI: 10.1073/pnas.0901100106] han usado una técnica conocida como espectrometría de masas de ultra alta resolución, un equipo del que sólo hay 10 unidades en el mundo, para descubrir que, tras diez años en botella, el vino es capaz todavía de expresar en esa técnica los productos químicos característicos de la madera constitutiva de la barrica en la que envejeció antes de ser embotellado. No es sino un intento más de los muchos que se están produciendo en la literatura (otro es el de las "narices artificiales") para ser capaces de configurar una especie de huella dactilar de cientos o miles de compuestos químicos característicos de un determinado vino y su circunstancia (Ortega dixit). Esa huella contiene así información sobre la región, variedad y procesado de un vino específico, dando nuevas posibilidades a la detección de posibles fraudes que, seguro, se están produciendo.
Esto me recuerda a unos zumbados que preparaban "agua estelar" por el procedimiento de dirigir un telescopio a una estrella y colocar un recipiente de agua en el punto focal. Obtenía "Agua de Rigel" y cosas así que, al parecer, suministraban energía a quien la tomaba.
ResponderEliminarNada que decir sobre el fondo y la forma del blog, pero sí sobre algo que se cita de pasada, de forma totalmente lateral, peo con una connotación con la que no estoy de acuerdo: "la teoría del flogisto". Es verdad que, vista desde hoy, la teoría del flogisto resulta ridícula, pero en el siglo XVIII, cuando los que se dedicaban a pensar, para intentar explicar las cosas de la naturaleza de una manera racional, andaban dándole vueltas al fenómeno de la combustión, la teoría del flogisto supuso un intento de racionalización tremendo. La teoría fue un paso de transición inmenso de la antigua Alquimia a la nueva Ciencia. Hoy día la teoría desprende sobre todo una gran candidez, pero es hija de su tiempo, e hizo falta el esfuerzo de una pléyade de científicos de gran renombre para demostrar su completa falsedad. El gran trabajo dedicado a derrumbar la teoría del flogisto por todos esos científicos, entre los que destaca especialmente Lavoisier, no hubiera sido posible sin algo que les azuzase y les motivara de la manera que lo hizo la teoría del flogisto. Recordémosla como una gran dinamizadora de las nuevas ideas científicas que surgieron en la época de la Revolución Francesa
ResponderEliminarSi te metes unas rayas de farlopa también coges que una energía que te cgas (y natural)
ResponderEliminarCuanta paja del grano hay que separar!
ResponderEliminarEn mi opinión el empleo masivo de Internet ha tenido ventajas incuestionables,pero ahora cualquier indocumentado puede llegar a millones de personas en todo el mundo e instantaneamente expandiendo sus gilipolleces,cuando no sus regurgitaciones y flatulencias
Para los no iniciados en el tema farlopa:
ResponderEliminarhttp://farlopa.es/
Philip, igual lo dices por mi. Siempre estoy disponible para una autocrítica feroz. Así que agradecería una aclaración.
ResponderEliminarEl preparado del que hablas es el 500 no el 501. Y por cierto t invito a que lo pruebes.
EliminarBuho,
ResponderEliminarPor supuesto que no hago el comentario por tí;lo hago por esa caterva de engañabobos que están presentes en la Red (de redes) (o patrañeros siguiendo tus palabras)
Philip= ?
S@lud
Hablando de autocríticas me tengo que adjudicar una al respecto del comentario de Carlos Ubide. La verdad es que me debía haber pensado más la simple transcripción de la frase en el asunto del email de Jesús Ugalde. Porque Carlos tiene toda la razón. El flogisto fue un incentivo en la búsqueda de la verdad. Nada que ver con otras "teorías" que llevan doscientos años diciendo lo mismo sin bajarse del burro (y no quiero mirar a ningún Heinemann).
ResponderEliminarPara todavía hacerlo peor, este lunes, el CEN publicaba una referencia sobre un libro recientemente aparecido sobre la figura de Priestley, clave en la reconsideración del flogisto, e inmediatamente me lo pedí. Me podía haber acordado de ello al hacer la última corrección del post la noche de ese mismo lunes. Pero a veces soy un poco acelerado.......
Después de leer esa serie de despropósitos, desayunando tranquilamente con mi compañero de vivienda, le preguntaba si debajo del cerebro del reptil no tendríamos también el del mosquito, a lo que me ha contestado que nunca los mosquitos han actuado de forma absurda, por lo que más bien deberíamos atribuir esa capacidad de contrariar el sentido común a la semi-racionalidad (y por tanto semi-irracionalidad) del homo sapiens.
ResponderEliminarLa verdad, he gozado con esta entrada, sobretodo por el gran resumen que haces de todas las tonterías que se dicen para resaltar algún producto y atraer la atención de la gente, como la bioenergía, ese fertilizante del cuerno...la luna lunera cascabelera y todo lo que se le pase por la cabeza a alguien que quiere vender la pomada.
ResponderEliminarSiempre hay gente crédula, así que esto no acabará...pero del mismo modo hay gente que sabe y puede explicarle al resto cual es su error. Lo que es más difícil de encontrar, es personas que digan la verdad con humor, con buen humor, y eso tiene de sobra este encantador blog.
El ser humano tiene muchas facultades pero tiene también una serie de rutinas muy curiosas, una de ellas: hablar sin rozar ni el conocimiento teórico ni la práctica. Practico biodinámica ME funciona. La habéis practicado, probado, experimentado?... Igual los crédulos son otros.
EliminarHacer, comprobar y por último opinar. Por supuesto sin menospreciar a nadie,todos tenemos derecho a confundirnos.
Menos mal que el Búho es ortdenado y guarda todos los materiales en los que basa sus entradas. Quizás el 500 sea más usado por el amigo rataskapadas. Y lo voy a corregir. Pero yo me había leido esto:
ResponderEliminarhttp://www.biodinamica.es/documentos/GuiaPreparados.pdf
Y en la página 15 queda claro que hay preparados 500, 501, 502, 503, 504, 505, 506, 507 y 508.
Ciertamente el de estiércol es el 501. Así que quizás se me fue el dedo o no leí el documento con la debida atención para diferencias entre los diversos quinientos. Luego te contesto rataskapadas al otro comentario.
ResponderEliminarEstoy convencido de que te funciona, Rataskapadas, como le funcionan a Arzak (o al difunto Santi Santamaría) sus recetas de cocina. Pero no hace falta que lo vistáis con el halo de la biodinámica. Os funciona porque sois buenos y punto. Vestir el éxito con esa etiqueta fraudulenta no es más que hacer de menos vuestros méritos.
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