Esta entrada tiene algo de terapia personal. El pasado fin de semana no fué especialmente agradable en lo que al golf se refiere. Tengo a mi comadrona con una rodilla un poco fastidiada. Cosas de la edad, dice el traumatólogo, asegurando además que eso se pasa. Ya veremos, porque la rodilla es una pieza clave en la gestión del swing golfístico y sin rodilla en buenas condiciones jugar al golf puede convertirse en una utopía imposible. Así que hemos tenido un finde un poco depresivo (nada raro, el Búho tiende a la depresión con una inusitada rapidez). Menos mal que ha llovido y nos hemos consolado con que, ni en buenas condiciones, hubiéramos jugado.
El caso es que entre los correos recibidos a primera hora del primer lunes de junio, me encontré con uno de mi amigo Willy Roa, en el que me alertaba de un artículo de unos investigadores del Instituto Karolinska sueco, publicado en el Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports. La revista no es de las punteras en Medicina, pero las hay peores. De las 6.166 revistas de Medicina censadas en la ISI Web of Knowledge, la mencionada publicación ocupa el lugar 1760, en una clasificación en la que se tiene en cuenta el índice de impacto de los artículos de cada revista en la comunidad científica afín. Así que está entre las situadas en el primer tercio de la clasificación. Y el Karolinska Institute no es una Institución cualquiera. Fundado en 1810, es uno de los Centros universitarios más conocidos en Medicina, avalado por el hecho de que cinco de sus miembros hayan recibido, en los últimos cincuenta años, el Nobel de Medicina y Fisiología. Un Centro, además, que siempre tengo en la recámara de mi memoria porque mi amiga Monserrat Clerigué, golfista un tanto peculiar pero golfista al fin, empleó tres años de su vida en ponerse allí las pilas en temas relacionados con la oncología, antes de volverse a Elgoibar y Donosti y rendir, con su acusada personalidad y sus múltiples encantos, a un conocido soltero de oro conocido como Pedro Miguel Echenique.
En el mencionado artículo se presentan los resultados derivados de estudios realizados sobre una muestra de más de 300.000 golfistas suecos, llegándose a la conclusión de que, en promedio, tienen una expectativa de vida cinco años más larga que los suecos no golfistas. El Prof. Ahlbom, uno de los líderes del estudio no está nada sorprendido del resultado: "un partido de 18 hoyos de golf supone cuatro o cinco horas de marcha a lo largo de seis o siete kilometros, algo que todo el mundo asume como bueno para la salud. Además, muchos juegan al golf a ciertas edades en las que algunos aspectos sociales y psicológicos que el golf aporta pueden ayudar".
Los golfistas suecos se mueren más tarde que sus homólogos no golfistas con independencia del sexo, edad o grupo social. Y dentro de ellos, los de mayor expectativa de vida son los que tiene handicap bajo, esto es, los buenos, los que se machacan todos los días que pueden, como algunos que yo conozco.
Voy a cobrar intereses al aguerrido grupo de amigos golfistas que juegan con nosotros los fines de semana. La mayoría empezaron contagiados por la exultante defensa que el Búho ha hecho siempre del golf como burbuja mental. Con los resultados arriba mencionados en la mano, me van a deber, en promedio, cinco años de vida extra cada uno.
La chica de la foto es Annika Sorenstan, mi golfista favorita.
El caso es que entre los correos recibidos a primera hora del primer lunes de junio, me encontré con uno de mi amigo Willy Roa, en el que me alertaba de un artículo de unos investigadores del Instituto Karolinska sueco, publicado en el Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports. La revista no es de las punteras en Medicina, pero las hay peores. De las 6.166 revistas de Medicina censadas en la ISI Web of Knowledge, la mencionada publicación ocupa el lugar 1760, en una clasificación en la que se tiene en cuenta el índice de impacto de los artículos de cada revista en la comunidad científica afín. Así que está entre las situadas en el primer tercio de la clasificación. Y el Karolinska Institute no es una Institución cualquiera. Fundado en 1810, es uno de los Centros universitarios más conocidos en Medicina, avalado por el hecho de que cinco de sus miembros hayan recibido, en los últimos cincuenta años, el Nobel de Medicina y Fisiología. Un Centro, además, que siempre tengo en la recámara de mi memoria porque mi amiga Monserrat Clerigué, golfista un tanto peculiar pero golfista al fin, empleó tres años de su vida en ponerse allí las pilas en temas relacionados con la oncología, antes de volverse a Elgoibar y Donosti y rendir, con su acusada personalidad y sus múltiples encantos, a un conocido soltero de oro conocido como Pedro Miguel Echenique.
En el mencionado artículo se presentan los resultados derivados de estudios realizados sobre una muestra de más de 300.000 golfistas suecos, llegándose a la conclusión de que, en promedio, tienen una expectativa de vida cinco años más larga que los suecos no golfistas. El Prof. Ahlbom, uno de los líderes del estudio no está nada sorprendido del resultado: "un partido de 18 hoyos de golf supone cuatro o cinco horas de marcha a lo largo de seis o siete kilometros, algo que todo el mundo asume como bueno para la salud. Además, muchos juegan al golf a ciertas edades en las que algunos aspectos sociales y psicológicos que el golf aporta pueden ayudar".
Los golfistas suecos se mueren más tarde que sus homólogos no golfistas con independencia del sexo, edad o grupo social. Y dentro de ellos, los de mayor expectativa de vida son los que tiene handicap bajo, esto es, los buenos, los que se machacan todos los días que pueden, como algunos que yo conozco.
Voy a cobrar intereses al aguerrido grupo de amigos golfistas que juegan con nosotros los fines de semana. La mayoría empezaron contagiados por la exultante defensa que el Búho ha hecho siempre del golf como burbuja mental. Con los resultados arriba mencionados en la mano, me van a deber, en promedio, cinco años de vida extra cada uno.
La chica de la foto es Annika Sorenstan, mi golfista favorita.
Enhorabuena, Búho y Búha (deseo que restablecida) por vuestros 5 años extras de vida, haciendo más agradable la de los demás.
ResponderEliminarMe has dejado sorprendido con el número de golfistas en Suecia, 300.000, mas del 3% de su población. Y eso suponiendo que hayan metido en la encuesta a todos. Está claro que no solo en ciencia nos queda mucho por recorrer.
El número de golfistas suecos federados rondan los 650.000. A los que somos golfistas no nos extraña cifra tan elevada. No hay más que ver cómo dominan los suecos las competiciones europeas de alto nivel. Y como muestra, Annika, cuya foto he colgado en la entrada.
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