Hoy inauguro una nueva etiqueta entre las que clasifican mis entradas que voy a denominar Refritos CEN. Desde hace más de veinte años soy miembro de la American Chemical Society. No es ningún mérito, como ya dije en otra entrada, ya que sólo hay que pagar una cuota anual. Uno de los privilegios de esa pertenencia es recibir cada semana (y desde este año electrónicamente) un número de la revista Chemical Engineering News (conocida como CEN), una revista muy interesante para estar à la page de todo lo que se cuece en torno a la Química a nivel global. Y, casi en cada número, hay una serie de noticias, artículos, etc. que llaman mi atención. Lo que pretendo en esta nueva etiqueta de entrada es hacer un condensado de las cosas que me han llamado la atención en el último número.
En el correspondiente al día de hoy, 28 de abril, hay una noticia relativa a la entrada que escribí el 30 de agosto de 2006 sobre la propuesta del Premio Nobel de Química, Paul Crutzen, de inyectar en la atmósfera, desde aviones, cantidades importantes de sulfatos para mitigar el calentamiento global. La propuesta estaba basada en las observaciones posteriores a la erupción del volcán Pinatubo, en las que se demostraba el enfriamiento provocado por las emanaciones de tal erupción, atribuyéndose tal efecto a los aerosoles de sulfato formados, que reflejaban hacia la estratosfera las radiaciones solares. Un artículo, que aparecerá proximamente en Science, pone en cuestión la propuesta, al demostrar que esos mismos aerosoles pueden incrementar, a esas alturas, la producción de cloro a partir de los gases CFC que hemos andado soltando a la atmósfera en las últimas décadas, merced a nuestros frigoríficos y otras modernidades, con lo cual se retrasaría la positiva regresión que se está apreciando en el agujero de ozono.
En otra noticia, el CEN se hace eco de que Canadá va a ser el primer país que prohibe el uso del polímero conocido como policarbonato artículos como los biberones empleados para alimentar a los más pequeños, debido a la posibilidad de que ese plástico contenga Bisfenol A (BPA), una sustancia empleada en la fabricación del citado plástico y que parece puede causar cambios neuronales y de comportamiento. Como ya pasó con el PVC para juguetes o las siliconas para implantes de mama, tendremos que esperar a ver en qué queda el asunto pero, por de pronto, parece que otras autoridades van a seguir la senda de los canadienses y se van a apuntar a la prohibición, por si las moscas. Otros materiales, como un copoliéster llamado Tritan y que fabrica Eastman Chemical, parecen estar llamados a sustituir al policarbonato para los usos indicados.
Y, finalmente, en una de las primeras entradas de este 2008 os hablaba del efecto Flor de Loto, que hacía mención a la sofisticada estructura de las hojas de esa flor, puesta de manifiesto por las potentes herramientas microscópicas de las que disponemos. Gracias a esa estructura, las hojas exhiben un manifiesto carácter hidrofóbico, las gotas de lluvia que se forman en su superficie son muy redondas y, a la mínima inclinación, se van al suelo y, de paso, arrastran la posible suciedad en ellas contenida.
En una reciente publicación de la revista Langmuir, una investigadora china ha acuñado el llamado "efecto rosal". Parece que desde niña se ha sentido fascinada por las resplandecientes gotas, observables en los pétalos de las rosas, cuando les da el sol. Y se ha preguntado por la razón por la que, mientras la flor de Loto casi expulsa a las gotas de agua, los pétalos las retienen. Ella y su equipo han estudiado microscópicamente la superficie de los pétalos, mostrando que presentan una rugosidad parecida a la de las hojas de Flor de Loto, aunque las nano y microestructuras observadas tienen mayores tamaños en los pétalos de rosa. Su hipótesis es que las gotas de agua entran en contacto con la estructura de la Flor de Loto en los puntos más altos de esas estructuras, mientras que, en los pétalos, pueden discurrir por los "valles" existentes entre ellas. Merced a esa diferencia, ruedan fácil en la Flor de Loto y se quedan adheridas en los pétalos. Lo que no hay ninguna duda es que, esto de penetrar con nuestro ojitos (aunque sea con ayuda de potentes técnicas) en tamaños cada vez más pequeños, nos va a dar más de una noticia sorprendente. Tiempo al tiempo y no me dejen de leer este Blog.
En el correspondiente al día de hoy, 28 de abril, hay una noticia relativa a la entrada que escribí el 30 de agosto de 2006 sobre la propuesta del Premio Nobel de Química, Paul Crutzen, de inyectar en la atmósfera, desde aviones, cantidades importantes de sulfatos para mitigar el calentamiento global. La propuesta estaba basada en las observaciones posteriores a la erupción del volcán Pinatubo, en las que se demostraba el enfriamiento provocado por las emanaciones de tal erupción, atribuyéndose tal efecto a los aerosoles de sulfato formados, que reflejaban hacia la estratosfera las radiaciones solares. Un artículo, que aparecerá proximamente en Science, pone en cuestión la propuesta, al demostrar que esos mismos aerosoles pueden incrementar, a esas alturas, la producción de cloro a partir de los gases CFC que hemos andado soltando a la atmósfera en las últimas décadas, merced a nuestros frigoríficos y otras modernidades, con lo cual se retrasaría la positiva regresión que se está apreciando en el agujero de ozono.
En otra noticia, el CEN se hace eco de que Canadá va a ser el primer país que prohibe el uso del polímero conocido como policarbonato artículos como los biberones empleados para alimentar a los más pequeños, debido a la posibilidad de que ese plástico contenga Bisfenol A (BPA), una sustancia empleada en la fabricación del citado plástico y que parece puede causar cambios neuronales y de comportamiento. Como ya pasó con el PVC para juguetes o las siliconas para implantes de mama, tendremos que esperar a ver en qué queda el asunto pero, por de pronto, parece que otras autoridades van a seguir la senda de los canadienses y se van a apuntar a la prohibición, por si las moscas. Otros materiales, como un copoliéster llamado Tritan y que fabrica Eastman Chemical, parecen estar llamados a sustituir al policarbonato para los usos indicados.
Y, finalmente, en una de las primeras entradas de este 2008 os hablaba del efecto Flor de Loto, que hacía mención a la sofisticada estructura de las hojas de esa flor, puesta de manifiesto por las potentes herramientas microscópicas de las que disponemos. Gracias a esa estructura, las hojas exhiben un manifiesto carácter hidrofóbico, las gotas de lluvia que se forman en su superficie son muy redondas y, a la mínima inclinación, se van al suelo y, de paso, arrastran la posible suciedad en ellas contenida.
En una reciente publicación de la revista Langmuir, una investigadora china ha acuñado el llamado "efecto rosal". Parece que desde niña se ha sentido fascinada por las resplandecientes gotas, observables en los pétalos de las rosas, cuando les da el sol. Y se ha preguntado por la razón por la que, mientras la flor de Loto casi expulsa a las gotas de agua, los pétalos las retienen. Ella y su equipo han estudiado microscópicamente la superficie de los pétalos, mostrando que presentan una rugosidad parecida a la de las hojas de Flor de Loto, aunque las nano y microestructuras observadas tienen mayores tamaños en los pétalos de rosa. Su hipótesis es que las gotas de agua entran en contacto con la estructura de la Flor de Loto en los puntos más altos de esas estructuras, mientras que, en los pétalos, pueden discurrir por los "valles" existentes entre ellas. Merced a esa diferencia, ruedan fácil en la Flor de Loto y se quedan adheridas en los pétalos. Lo que no hay ninguna duda es que, esto de penetrar con nuestro ojitos (aunque sea con ayuda de potentes técnicas) en tamaños cada vez más pequeños, nos va a dar más de una noticia sorprendente. Tiempo al tiempo y no me dejen de leer este Blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario