La reciente entrada sobre el informe de la CE, relativo a los Riesgos para el Medio Ambiente y la Salud de los llamados Microplásticos, puede que haya planteado a más de uno de mis lectores la pregunta de cómo hemos podido llegar a esa situación. Así que, en una serie de entradas, voy a tratar de contestar a esa lógica inquietud avisando, antes de empezar, que, en este tema, uno puede tener sesgos importantes en sus opiniones al respecto porque, no en vano, toda su vida académica, tanto docente como investigadora, ha estado centrada en los materiales poliméricos, una parte importante de los cuales son termoplásticos o plásticos a secas. A pesar de haber irrumpido en nuestras vidas en el siglo XX, han crecido de forma tan apabullante que nos están planteando los preocupantes problemas, derivados del manejo de sus residuos, que todos conocemos. Así que, en esta entrada y en las que le seguirán, para evitar en lo posible esos sesgos, voy a procurar fundamentarlas en datos de revistas científicas o Instituciones fiables y fácilmente comprobables por quién tenga interés sobre el tema.
Parece razonable, para empezar, proporcionar datos contrastables sobre producción de materiales plásticos y sobre la gestión de sus residuos, para poner poner en contexto el origen de los problemas que iremos afrontando en esas siguientes entradas. Como decía antes, los plásticos sintetizados por el hombre empiezan a aparecer en nuestro mundo a finales de los años veinte y, de forma más significativa, después de la segunda guerra mundial, donde algunos como el polietileno o los cauchos sintéticos habían jugado papeles estratégicos. Ello que da reflejado en la primera de las gráficas que os voy a proponer y que está extraída de la organización Our World in Data, una fuente que recomiendo vivamente porque, en ella, se pueden encontrar infinidad de datos fiables sobre casi todo lo que ocurre en nuestro mundo. Los datos que han servido para realizar la figura están tomados de un artículo de R. Geyer y otros [Science Advances 3, e1700782 (2017)].
Esa gráfica (que como todas las que van a ir en esta entrada podéis ampliar clicando en ella) muestra la evolución de la producción anual de plásticos en el mundo desde el año 50 hasta nuestros días. Puede apreciarse el crecimiento sostenido (mas bien acelerado) de esa producción, con pequeños retrocesos muy puntuales durante la crisis del petróleo de los setenta y la reciente recesión financiera, ya en el siglo XXI. Los últimos datos apuntan una producción anual de casi 400 millones de toneladas, a las que habría que sumar otras 70 mas, correspondientes a la producción de fibras sintéticas (poliésteres y poliamidas) que suelen contabilizarse separadamente. Y aún habría que añadir otros materiales poliméricos que, sin ser estrictamente plásticos (no se ponen blanditos al calentar), tienen problemas similares en cuanto a residuos. El ejemplo más importante son los cauchos vulcanizados empleados en los neumáticos de automóviles.
Siendo unos materiales tan jóvenes y que, salvo excepciones como el caucho natural, no se dan en la Naturaleza, es relativamente fácil hacer una estimación fiable de la cantidad total de ellos que los humanos hemos puesto sobre la Tierra. La siguiente figura, también accesible en la web de Our World in Data y derivada del mismo artículo científico mencionado arriba, muestra esa cantidad global acumulada de plásticos en el mundo, hasta un total de unos 7.500 millones de toneladas (ojo, los billones de la gráfica son americanos, es decir, mil millones).
Una cantidad ciertamente impactante pero que no proviene en su totalidad de los envases de todo tipo que nos parecen omnipresentes. Por ejemplo, en Europa y en 2016, los fabricantes de objetos en plástico emplearon 50 millones de toneladas de diferentes materiales plásticos. El 39,9% fueron a envases, pero también acabaron en la construcción (19,7%), en automoción (10%), en material eléctrico y electrónico (6,2%), en objetos de hogar, ocio y deporte (4,2%), en agricultura (3,3%) y en un largo etcétera de otros (16,7%) en el que se engloba el uso de plástico en cosas como muebles, medicina,...
La siguiente cuestión a tener clara es qué hemos ido haciendo los humanos con los residuos plásticos provenientes de los usos, tanto de larga como corta duración, que hemos ido haciendo con esos materiales. De nuevo, Our World in Data y el artículo de Geyer y colaboradores nos proporciona otra interesante gráfica que podéis ver a continuación.
Puede apreciarse que, prácticamente hasta el inicio de los ochenta, nuestro único "tratamiento" de los residuos plásticos era dejarlos donde mejor nos viniera. Posteriormente, y poco a poco, hemos comenzado a reciclarlos y también a incinerarlos, esto último como estrategia destinada a recuperar la energía implícita en ellos. Pero, a nivel global y aún hoy, la cantidad que acaba en vertederos, controlados o no, es superior a la mitad del total de los residuos plásticos generados.
En La Europa de los 28 (más Noruega y Suiza), y según datos de la organización Plastics Europe, la situación es algo mejor. En 2016, por primera vez, el porcentaje de toneladas recicladas de residuos plásticos (31,1%) superó a las depositadas en vertederos (27,3%) pero, y esto es algo que mucha gente no sabe, esos porcentajes fueron superados por los procesos de recuperación de energía (incineración) que nos ayudaron a deshacernos del 41,6% de esos residuos y producir al mismo tiempo electricidad o calor. No en vano, la combustión de los plásticos más usados proporciona una energía comparable o superior a muchos de los combustibles tradicionales.
No os voy a negar que la gráfica siguiente (proviene también de Plastics Europe) es una de mis favoritas cuando quiero sorprender a eventuales interlocutores sobre el tema. Particulariza los porcentajes anteriores a lo que ocurre en cada uno de esos treinta países europeos que acabo de mencionar. Los tramos verdes que aparecen para cada país (y que corresponden a porcentajes de reciclado) oscilan entre el 20% y como mucho el 40%, lo que proporciona el 31,1% promedio antes mencionado.
Pero la diferencia importante entre países aparece cuando consideramos qué hacemos los europeos con el 69% que no reciclamos. La progresiva desaparición de vertederos en países muy relevantes, tanto en lo financiero como en la concienciación medio ambiental, se ha resuelto mediante la implantación de plantas incineradoras (tramos azules). Y para muestra, la pulcra y recogida Suiza o la potente Alemania. En otras naciones, con menos recursos económicos para construir (y mantener) plantas de incineración y/o mas terreno baldío sin utilización relevante, los vertederos (tramos rojos) siguen siendo todavía una opción (hasta llegar al caso extremo de Malta), aunque la tendencia general es a disminuir el uso de esos vertidos.
En los datos globales que se han estado manejando para Europa sobre residuos plásticos y su gestión, los porcentajes atribuidos en los últimos años a los residuos reciclados tienen, sin embargo, una considerable trampa. Por ejemplo, en 2016 se recogieron en el ámbito europeo 27,1 millones de toneladas de plásticos post-consumo, de los que, como hemos dichos arriba, un 31,1% fueron oficialmente reciclados. Pero deberíamos matizar esa cifra, aclarando que mas de la tercera parte (un 37%) de los declarados como residuos plásticos reciclados, lo han sido fuera del ámbito de la UE. Algo que ha venido ocurriendo desde hace años, en los que los países europeos han estado "exportando" basura de todo tipo y condición a países emergentes y en vías de desarrollo, fundamentalmente a China.
Y, entre esa basura, han estado los residuos plásticos que, no hace falta decirlo, en muchos casos no se sabe ni en qué condiciones se han reciclado ni si, tan siquiera, se han reciclado o han acabado en el mar o en los vertederos incontrolados que habréis visto en la prensa. Hasta que China se plantó a primeros del 2018, devolviendo la pelota a los países ricos que, cínicamente, habían ido cumpliendo sus objetivos de reciclado a base de una salida por la puerta de atrás de un buen porcentaje de sus residuos. Desde entonces, otros se han sumado a la idea, y esta semana leía que Malasia nos anda devolviendo a los españoles toneladas de residuos plásticos. Lo cual está planteando un problema serio a los planes de reciclado de plástico de muchas economías occidentales (para muestra este botón).
Por otro lado, muchos de esos países emergentes, además de aceptar residuos plásticos extranjeros, se están incorporando a nuestro modo de vida y están produciendo sus propios plásticos y generando los residuos correspondientes. Por ejemplo, China importó en 2016 7,4 millones de toneladas de residuos plásticos pero ha generado por ella misma otros casi 61 millones. Además, China y otros países del área tienen costa y sus estrategias de recogida y gestión de residuos plásticos adolecen de deficiencias, lo que tiene como resultado que una parte importante de esos residuos acaben en el mar. La gráfica siguiente está construida con datos extraídos de un artículo de Jenna R. Jambeck y otros [Science 347, 768-771 (2015)] y da cuenta de los 20 países que más contaminan los océanos. Europa no aparece por no ser un país como tal, pero estaría situada en los niveles de EEUU, el último del gráfico.
Y la mayor parte de esos residuos entra en el mar a través de las redes fluviales de esas mismas zonas, como lo corrobora esta otra gráfica que aparece en Our World in Data, construida con datos de un trabajo de L.C.M. Lebreton y otros [Nature Communications 8, 15611 (2017)].
Es razonable pensar que una parte de esos residuos provengan también del tráfico de importación desde los países occidentales, pero los números de China que he mencionado antes indican que hay una importante contribución derivada de la producción interna de estos países. Un reciente acuerdo entre los países firmantes del llamado tratado de Basilea, buscaba evitar ese trasiego de residuos como forma de evitar una parte del problema. Pero mientras tanto, sería bueno que algunos activistas dejen de martirizarnos a los occidentales con el asunto de los plásticos de un solo uso. Que no parece que los estemos gestionando tan mal.
Pero esta entrada ya se ha hecho muy larga como para seguir con qué ocurre con esos residuos una vez acaban en el mar. Pero tranquilos, que esto continuará....
Parece razonable, para empezar, proporcionar datos contrastables sobre producción de materiales plásticos y sobre la gestión de sus residuos, para poner poner en contexto el origen de los problemas que iremos afrontando en esas siguientes entradas. Como decía antes, los plásticos sintetizados por el hombre empiezan a aparecer en nuestro mundo a finales de los años veinte y, de forma más significativa, después de la segunda guerra mundial, donde algunos como el polietileno o los cauchos sintéticos habían jugado papeles estratégicos. Ello que da reflejado en la primera de las gráficas que os voy a proponer y que está extraída de la organización Our World in Data, una fuente que recomiendo vivamente porque, en ella, se pueden encontrar infinidad de datos fiables sobre casi todo lo que ocurre en nuestro mundo. Los datos que han servido para realizar la figura están tomados de un artículo de R. Geyer y otros [Science Advances 3, e1700782 (2017)].
Esa gráfica (que como todas las que van a ir en esta entrada podéis ampliar clicando en ella) muestra la evolución de la producción anual de plásticos en el mundo desde el año 50 hasta nuestros días. Puede apreciarse el crecimiento sostenido (mas bien acelerado) de esa producción, con pequeños retrocesos muy puntuales durante la crisis del petróleo de los setenta y la reciente recesión financiera, ya en el siglo XXI. Los últimos datos apuntan una producción anual de casi 400 millones de toneladas, a las que habría que sumar otras 70 mas, correspondientes a la producción de fibras sintéticas (poliésteres y poliamidas) que suelen contabilizarse separadamente. Y aún habría que añadir otros materiales poliméricos que, sin ser estrictamente plásticos (no se ponen blanditos al calentar), tienen problemas similares en cuanto a residuos. El ejemplo más importante son los cauchos vulcanizados empleados en los neumáticos de automóviles.
Siendo unos materiales tan jóvenes y que, salvo excepciones como el caucho natural, no se dan en la Naturaleza, es relativamente fácil hacer una estimación fiable de la cantidad total de ellos que los humanos hemos puesto sobre la Tierra. La siguiente figura, también accesible en la web de Our World in Data y derivada del mismo artículo científico mencionado arriba, muestra esa cantidad global acumulada de plásticos en el mundo, hasta un total de unos 7.500 millones de toneladas (ojo, los billones de la gráfica son americanos, es decir, mil millones).
Una cantidad ciertamente impactante pero que no proviene en su totalidad de los envases de todo tipo que nos parecen omnipresentes. Por ejemplo, en Europa y en 2016, los fabricantes de objetos en plástico emplearon 50 millones de toneladas de diferentes materiales plásticos. El 39,9% fueron a envases, pero también acabaron en la construcción (19,7%), en automoción (10%), en material eléctrico y electrónico (6,2%), en objetos de hogar, ocio y deporte (4,2%), en agricultura (3,3%) y en un largo etcétera de otros (16,7%) en el que se engloba el uso de plástico en cosas como muebles, medicina,...
La siguiente cuestión a tener clara es qué hemos ido haciendo los humanos con los residuos plásticos provenientes de los usos, tanto de larga como corta duración, que hemos ido haciendo con esos materiales. De nuevo, Our World in Data y el artículo de Geyer y colaboradores nos proporciona otra interesante gráfica que podéis ver a continuación.
Puede apreciarse que, prácticamente hasta el inicio de los ochenta, nuestro único "tratamiento" de los residuos plásticos era dejarlos donde mejor nos viniera. Posteriormente, y poco a poco, hemos comenzado a reciclarlos y también a incinerarlos, esto último como estrategia destinada a recuperar la energía implícita en ellos. Pero, a nivel global y aún hoy, la cantidad que acaba en vertederos, controlados o no, es superior a la mitad del total de los residuos plásticos generados.
En La Europa de los 28 (más Noruega y Suiza), y según datos de la organización Plastics Europe, la situación es algo mejor. En 2016, por primera vez, el porcentaje de toneladas recicladas de residuos plásticos (31,1%) superó a las depositadas en vertederos (27,3%) pero, y esto es algo que mucha gente no sabe, esos porcentajes fueron superados por los procesos de recuperación de energía (incineración) que nos ayudaron a deshacernos del 41,6% de esos residuos y producir al mismo tiempo electricidad o calor. No en vano, la combustión de los plásticos más usados proporciona una energía comparable o superior a muchos de los combustibles tradicionales.
No os voy a negar que la gráfica siguiente (proviene también de Plastics Europe) es una de mis favoritas cuando quiero sorprender a eventuales interlocutores sobre el tema. Particulariza los porcentajes anteriores a lo que ocurre en cada uno de esos treinta países europeos que acabo de mencionar. Los tramos verdes que aparecen para cada país (y que corresponden a porcentajes de reciclado) oscilan entre el 20% y como mucho el 40%, lo que proporciona el 31,1% promedio antes mencionado.
Pero la diferencia importante entre países aparece cuando consideramos qué hacemos los europeos con el 69% que no reciclamos. La progresiva desaparición de vertederos en países muy relevantes, tanto en lo financiero como en la concienciación medio ambiental, se ha resuelto mediante la implantación de plantas incineradoras (tramos azules). Y para muestra, la pulcra y recogida Suiza o la potente Alemania. En otras naciones, con menos recursos económicos para construir (y mantener) plantas de incineración y/o mas terreno baldío sin utilización relevante, los vertederos (tramos rojos) siguen siendo todavía una opción (hasta llegar al caso extremo de Malta), aunque la tendencia general es a disminuir el uso de esos vertidos.
En los datos globales que se han estado manejando para Europa sobre residuos plásticos y su gestión, los porcentajes atribuidos en los últimos años a los residuos reciclados tienen, sin embargo, una considerable trampa. Por ejemplo, en 2016 se recogieron en el ámbito europeo 27,1 millones de toneladas de plásticos post-consumo, de los que, como hemos dichos arriba, un 31,1% fueron oficialmente reciclados. Pero deberíamos matizar esa cifra, aclarando que mas de la tercera parte (un 37%) de los declarados como residuos plásticos reciclados, lo han sido fuera del ámbito de la UE. Algo que ha venido ocurriendo desde hace años, en los que los países europeos han estado "exportando" basura de todo tipo y condición a países emergentes y en vías de desarrollo, fundamentalmente a China.
Y, entre esa basura, han estado los residuos plásticos que, no hace falta decirlo, en muchos casos no se sabe ni en qué condiciones se han reciclado ni si, tan siquiera, se han reciclado o han acabado en el mar o en los vertederos incontrolados que habréis visto en la prensa. Hasta que China se plantó a primeros del 2018, devolviendo la pelota a los países ricos que, cínicamente, habían ido cumpliendo sus objetivos de reciclado a base de una salida por la puerta de atrás de un buen porcentaje de sus residuos. Desde entonces, otros se han sumado a la idea, y esta semana leía que Malasia nos anda devolviendo a los españoles toneladas de residuos plásticos. Lo cual está planteando un problema serio a los planes de reciclado de plástico de muchas economías occidentales (para muestra este botón).
Por otro lado, muchos de esos países emergentes, además de aceptar residuos plásticos extranjeros, se están incorporando a nuestro modo de vida y están produciendo sus propios plásticos y generando los residuos correspondientes. Por ejemplo, China importó en 2016 7,4 millones de toneladas de residuos plásticos pero ha generado por ella misma otros casi 61 millones. Además, China y otros países del área tienen costa y sus estrategias de recogida y gestión de residuos plásticos adolecen de deficiencias, lo que tiene como resultado que una parte importante de esos residuos acaben en el mar. La gráfica siguiente está construida con datos extraídos de un artículo de Jenna R. Jambeck y otros [Science 347, 768-771 (2015)] y da cuenta de los 20 países que más contaminan los océanos. Europa no aparece por no ser un país como tal, pero estaría situada en los niveles de EEUU, el último del gráfico.
Y la mayor parte de esos residuos entra en el mar a través de las redes fluviales de esas mismas zonas, como lo corrobora esta otra gráfica que aparece en Our World in Data, construida con datos de un trabajo de L.C.M. Lebreton y otros [Nature Communications 8, 15611 (2017)].
Es razonable pensar que una parte de esos residuos provengan también del tráfico de importación desde los países occidentales, pero los números de China que he mencionado antes indican que hay una importante contribución derivada de la producción interna de estos países. Un reciente acuerdo entre los países firmantes del llamado tratado de Basilea, buscaba evitar ese trasiego de residuos como forma de evitar una parte del problema. Pero mientras tanto, sería bueno que algunos activistas dejen de martirizarnos a los occidentales con el asunto de los plásticos de un solo uso. Que no parece que los estemos gestionando tan mal.
Pero esta entrada ya se ha hecho muy larga como para seguir con qué ocurre con esos residuos una vez acaban en el mar. Pero tranquilos, que esto continuará....
Hello! Las emisiones por incineración no pueden ser más perjudiciales que dejar los plásticos bajo tierra? Aunque si sean más rentables.
ResponderEliminarMuy interesante, espero ansiosa la continuacion. Gracias por informar!
ResponderEliminarGracias Cristina.
ResponderEliminarGracias Olavenua por seguir el Blog. Me he tomado un poco de tiempo en contestarte porque he querido pensar un poco la respuesta. Ciertamente, dejar residuos plásticos bajo tierra tiene un efecto irrelevante en cuanto a la emisión de gases efecto invernadero (no en vano se habla de su carácter indestructible durante siglos).
ResponderEliminarPero en lo relativo a los gases de efecto invernadero que producirían esos mismos residuos plásticos en una incineradora hay que tener en cuenta que las incineradoras que se han estado instalando en los últimos años son incineradoras con recuperación energética, es decir, se usa la combustión de los residuos plásticos (junto con otros residuos) para producir energía ya sea eléctrica o calorífica.
Y ciertamente como producto de esa combustión de residuos plásticos se genera CO2 (también algún gas nitrogenado pero no es relevante). Pero esas emisiones de CO2 de una incineradora con recuperación energética quemando plásticos aparecerían también como consecuencia de cualquier otra forma de obtención de energía a partir de combustibles fósiles que pretenda obtener y poner a disposición del consumidor una cantidad similar de energía a la del plástico incinerado.
Dejar plásticos (un excelente combustible) en un vertedero no deja de ser un despilfarro, al menos en los tiempos actuales. Si no se ha podido reciclar, mejor quemarlo recuperando la energía que acumula.
Muchas gracias! Esperemos que el despilfarro plástico se termine antes de la transición energética
EliminarGracias por tan excelente informe para tomar conciencia
ResponderEliminarY a ti por leerla.
ResponderEliminarComo comenta Yanko, cada KW que no generamos por incineración de plástico no es mucho más contaminante que cada KW que generas quemando petróleo... Y evitamos enterrar el problema y extenderlo a los próximos mil años.
ResponderEliminarMuy interesante, me gustaria precisar un dato sobre la grafica de Plastics Europe.
ResponderEliminarDesconozco los detalles de otros paises, pero los datos sobre Alemania son "engañosos".
El 40% reciclado hay que leerlo como recogido en puntos de reciclado. De este mas de la mitad se recicla energeticamente, es decir se quema. Solo un ~16% del total es reciclado.
Aqui un link de la Heinrich-Böll-Stiftung con detalles. Esta en aleman pero creo que se sigue.
https://www.boell.de/de/2019/05/27/abfallentsorgung-hinter-den-kulissen-der-ungeloesten-plastikkrise?dimension1=ds_plastikatlas#
Gracias Anónimo. No me coge de nuevas. En los datos que yo conozco mejor, los de Euskadi, es más o menos lo mismo. Y supongo que también en otros países europeos. Y es que en la cuestión del reciclado nos han vendido muchas motos.
ResponderEliminar¡Que los plásticos terminen en el mar, es inimaginable!
ResponderEliminarEs un hecho que si yo barro mi casa, abro la puerta y tiro todo a la calle, a la hora de recoger esa basura trabajaré más y me saldrá más caro que si dispongo de un lugar donde guardar los desechos o encuentro la manera de reciclarlos para obtener otros productos.
Una cosa es reutilizar (incinerar) y otra es reciclar (obtener nuevos productos).
No se si es un problema del empleo de la lengua castellana aquí y en Chile pero" inimaginable" no es una palabra adecuada a lo que estamos tratando pues el problema de los residuos plásticos lo tenemos delante y lo vamos a tener. Es como decir que el problema de las mafias es inimaginable.
ResponderEliminarY otro pequeño apunte. Incinerar no es reutilizar. En todo caso, en la terminología al uso, es recuperar por aquello de que quemando plástico recuperamos la energía que en forma de carbono tenemos en cada kilo de material plástico. Reutilizar es comprar una botella de agua envasada en plástico y tras beberte el agua usarla para llenarla de agua de grifo o de aceite utilizado que quieres llevar a un colector de aceite.
Pues vaya chasco me he llevado! De acuerdo en que aprovechar los recursos de los residuos (aunque sea mediante la valorización energética) es mejor que descartarlos, pero ¿no caminábamos hacia una sociedad descarbonizada sin dependencia de los combustibles fósiles gracias a su sustitución por las renovables?
ResponderEliminarMuy buen articulo, me ha gustado mucho como tratas el tema
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarUn tema de lo más interesante y muy bien tratado. Hay que concienciar sobre la importancia de estos procesos
ResponderEliminarInteresante y útil. Enhorabuena por el artículo
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